Bienestar ciudadano: El costo de crecer sin rumbo

Marcel Ramírez
Por: Marcel Ramírez
Docente de la EPG Continental

Los gobernantes elegidos suelen presentar un sesgo cognitivo por naturaleza; privilegiar el corto plazo frente al largo plazo.

Más allá de expresiones de interés respecto al respeto de las Políticas de Estado, existen incentivos perversos en la institucionalidad que no impiden que los decisores se rijan más por generar resultados inmediatos y no vean útil invertir en sembrar para que sea otro el que coseche. 

 

Sin embargo, dicho sesgo cognitivo perjudica gravemente a los ciudadanos, especialmente a aquellas generaciones que tal vez recién están naciendo: los peruanos del 2050. En otras palabras, las reglas de nuestra institucionalidad no favorecen al lejano e incierto largo plazo frente al sesgo de corto plazo. 

 

Este tipo de sesgo está presente en casi toda decisión individual y grupal; aportar voluntariamente para las pensiones es complicado pues el joven no visualiza la urgencia de velar por una situación que ocurrirá en varias décadas en el futuro. La relevancia del ahorro y de la inversión no está presente en nuestra cultura y las autoridades son las primeras en dar ese ejemplo. Necesitamos más que sólo reeducar, sino también redefinir los incentivos y estímulos apropiados para lograr dichos cambios de conducta. 

 

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La solución 

Si el bienestar de los peruanos de hoy y de los próximos depende de las decisiones presentes de autoridades naturalmente miopes, ¿cómo se puede corregir dicha miopía? 

 

¿Qué diseño institucional se requiere a fin que las políticas de largo plazo continúen más allá de las autoridades electas? ¿Sabemos qué país será el Perú en el 2050? Creo que no tenemos una respuesta para esta pregunta y eso es lamentable. 

 

El Premier Zeballos indicó en su presentación de Plan de Gobierno que la Visión del Perú al 2050 (aprobada por el Acuerdo Nacional) es un Plan Estratégico de Desarrollo Nacional (PEDN). 

 

Esto no es exacto. Una visión de país representa las aspiraciones de toda la población y describe una situación futura de bienestar que queremos alcanzar en el país al 2050, pero no determina el cómo alcanzar dicha aspiración, es decir, la ruta y opción estratégica. Sin un planeamiento estratégico serio, la visión se convierte en sólo una utopía inalcanzable, un conjunto bien narrado de ilusiones más que de aspiraciones que orientan a las autoridades.

 

El Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (CEPLAN), rector del Sistema Nacional de Planeamiento Estratégico señala que la Visión debe permitir la revisión de las Políticas de Estado post 2021 y es la base para la formulación del Plan Estratégico de Desarrollo Nacional al 2050. 

 

Dicho PEDN debe contener los lineamientos de política, las prioridades, los objetivos, las metas y las acciones de orden estratégico para el desarrollo armónico, sostenible y descentralizado del país, de forma consistente en el tiempo, trascendiendo los cambios de gobierno. ¿Es el Plan de Competitividad y Productividad un PEDN? Tampoco lo es. En realidad, debería haber fluido a partir de un PEDN. 

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Un mejor crecimiento 

Nos hemos acostumbrado a confiar en las decisiones de diferentes ministros, sin saber si realmente están dirigidas en la misma dirección u objetivo o qué tan articuladas están o cuál es el aporte de cada sector al logro de la visión del Perú al 2050. 

 

Cuando nos preocupamos de cuánto creceremos este año y no de cómo asegurar que podamos mantener un mayor crecimiento y un mejor crecimiento, estamos simplemente gestionando reactivamente la coyuntura pero no gestionando estratégicamente el desarrollo. 

 

Es urgente que el Presidente nos diga cuándo se tendrá el nuevo PEDN y qué país aspiramos a ser en las próximas décadas, no la visión sino la ruta estratégica que seguiremos; líder en biotecnología? Agroindustria? Turismo? Proveedor de servicios a cadenas globales de valor? 

 

Finalmente, ¿cómo corregir la miopía de nuestras autoridades? El lente para ver de lejos para las autoridades es un PEDN correctamente formulado, apropiado, respetado y cumplido por funcionarios, servidores públicos y todos los ciudadanos. 

 

Mientras no tengamos una verdadera ruta estratégica, todos los esfuerzos no dejarán de ser aisladas y buenas intenciones y cada 5 años las autoridades se sentirán iluminadas para definir un nuevo rumbo, sin importar si en el proceso se siguen jugando con el bienestar de generaciones de peruanos.

 

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