En un artículo previo definimos qué es cultura organizacional y su importancia. En este artículo, exploraremos los catalizadores clave que impulsan y sustentan esta cultura en la empresa.
Me parece importante iniciar mencionando que el desarrollo de una cultura organizacional fuerte es un proceso continuo, por ello es necesario contar con elementos catalizadores que la refuercen.
Los catalizadores culturales son vitales para moldear y sostener la cultura de una organización. Por ejemplo:
¡Todos estos elementos trabajan sinérgicamente para cultivar una cultura que promueve la adaptación y el éxito organizacional! Vamos a desarrollar cada uno de ellos.
Los líderes establecen el tono de la cultura organizacional. Su comportamiento, su actitud frente a los desafíos, su integridad y su trato hacia los empleados son vitales.
El líder que queremos ser es aquel que refleje los valores que deseamos ver en nuestra organización: abierto, accesible, transparente y dispuesto a liderar por el ejemplo. Este liderazgo tiene un impacto profundo y modela la conducta dentro de la organización.
Los rituales y hábitos cotidianos refuerzan la cultura al establecer una rutina que encarna los valores de la organización. Podrían ser prácticas como reconocimientos semanales de empleados, reuniones de reflexión, o incluso pausas para la salud y bienestar.
Los hábitos que fomentamos deben ser aquellos que promuevan la colaboración, la mejora continua y el bienestar de los trabajadores.
Contar historias es una forma poderosa de transmitir y reforzar la cultura. Las narrativas que compartimos deberían reflejar los logros, las luchas, las innovaciones y los momentos clave que definen quiénes somos como organización.
Un mantra efectivo puede resumir nuestra misión o visión de una manera que sea fácil de recordar y que inspire a la acción.
Los símbolos y artefactos visuales, como logos, premios, diseño de oficinas o incluso la página web, comunican y consolidan aspectos de nuestra cultura. Deben ser consistentes con nuestros valores y reforzar la identidad y cohesión de la organización.
Dentro de toda organización hay personas que otros miran para orientarse. Estos influencers pueden ser líderes formales o informales con la capacidad de modelar opiniones y comportamientos. Identificarlos y empoderarlos puede acelerar el cambio cultural, ya que pueden actuar como campeones de la cultura deseada.
Una comunicación efectiva es fundamental para vivir y compartir la cultura. Debe haber un diálogo constante y bidireccional que permita a los empleados sentirse escuchados y conectados con la misión más amplia de la organización.
El engagement se refiere a cómo los miembros del equipo internalizan y viven los valores culturales a través de su trabajo y colaboración diarios.
La forma en que está organizada una empresa y cómo fluyen los trabajos y la información deben ser coherentes con la cultura que se quiere crear. Por ejemplo, una cultura que valora la innovación debería tener procesos que permitan la experimentación y la toma de riesgos controlados. La estructura no debería ser una barrera para el trabajo que respalde la visión y misión de la organización.
Estos catalizadores no son elementos aislados; su poder radica en cómo interactúan y se refuerzan mutuamente. La atención cuidadosa a cada uno de ellos puede ayudar a orientar la cultura organizacional en la dirección deseada, creando un ambiente donde la estrategia y los valores estén alineados, y donde la organización pueda florecer y adaptarse a un entorno de negocios en constante cambio.
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