Las encuestas de opinión son una herramienta informativa de máxima relevancia para los regímenes democráticos. En este artículo revisaremos algunas críticas a su funcionamiento y la importancia de diferenciar la técnica de recolección de datos de los usos que le puedan dar los actores políticos.
El sociólogo francés Pierre Bourdieu propone un análisis interesante sobre el funcionamiento de las encuestas de opinión. A continuación, como punto de partida, veremos tres críticas que implican una serie de distorsiones y concepciones poco rigurosas sobre ellas.
En primer lugar, las encuestas de opinión suponen que todo el mundo debe tener una opinión. Dicho con otras palabras, que la producción de una opinión se encuentra al alcance de todos. Sin embargo, muchas veces las personas no hemos formado una opinión respecto a un tema en particular, ya sea porque no nos interesa o simplemente por desconocimiento.
En segundo lugar, existe una falsa suposición de que todas las opiniones tienen el mismo peso. En realidad, las opiniones tienen distintos valores, ya sea por su nivel de formación como por su fuerza. Aunque en teoría esto no debería ser así, lo cierto es que en la práctica, por ejemplo, la opinión de un periodista o de un hacedor de políticas tiene más fuerza que la de un ciudadano menos expuesto públicamente.
El hecho de hacerle la misma interrogante a todo el mundo, implícitamente da a entender que existe cierto consenso sobre los temas que son relevantes. Incluso, es posible que un tema no sea importante para la mayoría de ciudadanos, pero por salir en una encuesta nacional ese tema se convierta en relevante a posteriori.
Las tres críticas expuestas suponen para Bourdieu que las encuestas están más próximas a ser herramientas de acción política que herramientas informativas. Así, las encuestas de opinión se encuentran subordinadas a intereses políticos; lo cual se dilucida en la significación que se les confiere cuando se publican sus resultados.
En otras palabras, la función más importante de las encuestas consistiría en imponer la ilusión de que existe una opinión pública entendida como la sumatoria de opiniones individuales. En efecto, no hay nada más errado para representar el estado de la opinión que un porcentaje.
En este sentido, el efecto más importante de la encuesta de opinión para Bourdieu es suponer o estimar que existe una opinión pública unánime y, a través de ella, legitimar una política o reforzar las relaciones de fuerza que se sostienen o la hacen posible.
Sin duda, el argumento de Bourdieu es consistente a la hora de criticar de qué forma las encuestas pueden servir a la reproducción o legitimación de una determinada estructura. Sin embargo, creo que debe tomarse en consideración la separación que realiza Nélida Archenti entre lo que es una técnica y lo que es un uso, a posteriori, de la misma.
No hay que olvidar que las encuestas son una técnica; es decir, un instrumento para la recolección de información en un contexto determinado. Ahora bien, si una encuesta se toma con fines políticos la culpa no es del instrumento o de la encuesta en sí. Más bien, el problema es del uso arbitrario que se le da a la información, pero como ya se ha dicho este uso es posterior y no depende de la encuesta en sí.
Sería un ejercicio perezoso que por el uso político que puedan darles algunos actores sociales a las encuestas estas sean descalificadas por completo.
Las encuestas, sin duda, son una herramienta importante para analizar la sociedad en un contexto determinado; sin embargo, no hay que olvidar nuestro rol crítico. Frente a una encuesta, es importante identificar el uso político que le dan los actores al instrumento de recolección de datos.
La investigación aplicada al gobierno y la administración pública es esencial para mejorar la toma de decisiones, el diseño de políticas y la eficacia de las instituciones públicas.
En este artículo hemos realizado un análisis crítico de las encuestas de opinión y su uso político. Una reflexión similar sobre otras técnicas es necesaria para desarrollar una visión rigurosa y fundamentada de la investigación social.
Tomando en consideración lo anterior, el Doctorado en Gobierno y Administración Pública de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental contempla un fuerte componente de investigación.
La malla curricular enfocada en este eje incluye las siguientes asignaturas:
Gracias al sistema de certificaciones progresivas, al aprobar satisfactoriamente las asignaturas mencionadas, el alumno podrá optar por la certificación en Diplomado de Investigación. Solicita más información sobre el Doctorado en Gobierno y Administración Pública aquí.
(*) Maestrando en Filosofía por la Universidad Nacional de Quilmes y Licenciado en Ciencia Política por la Universidad de Buenos Aires.