Nuevamente encontramos en los medios de comunicación la polémica sobre el ritmo y capacidad de ejecución de la inversión pública en el Perú.
Un artículo publicado en Gestión alerta que la ejecución para 2019 podría ser la más baja en los últimos seis años, indicando que sólo se ha logrado un avance en su ejecución del 42% de lo presupuestado.
La inversión bruta fija en el país (pública y privada) es del orden 24.4% del PIB. Con un PIB que cerró en el 2018 en US$ 225 MM (mil millones), el total de la inversión bruta fija anual es US$ 53 MM. De ello, la inversión fija pública ha sido en promedio el 4.9% del PIB en los últimos cinco años, para un orden de magnitud de más menos US$ 11 MM.
La inversión bruta de los agentes privados es en consecuencia cuatro veces el tamaño de la inversión pública cada año. Es esta la que mueve realmente la economía nacional.
No obstante, la inversión fija pública persigue varios objetivos que la inversión privada no está en capacidad de lograr: solventar fallas de mercado, proveer servicios y bienes públicos que agentes privados no podrían ofrecer, proveer infraestructura de uso público y corregir inequidades en la distribución del ingreso y la riqueza.
Adicionalmente, en el manejo del ciclo económico, la política fiscal puede utilizar el ritmo de gasto en inversión pública como elemento para atenuar las oscilaciones del crecimiento o decrecimiento del PIB.
La ejecución del gasto presupuestado para fines de inversión muestra ciertos patrones de estacionalidad dentro del año que se repiten de un año a otro.
Cuando revisamos la cifras ejecutadas en los años 2017 y 2018 vemos que el gasto de inversión en el primer trimestre alcanza al 13% de la ejecución del año, para crecer progresivamente en el segundo y tercer trimestre, hasta alcanzar alrededor del 40% en el cuarto trimestre del año. De manera que lo normal sería esperar una ejecución acumulada de aproximadamente el 60% hasta finales de septiembre de cada año.
Cundo examinamos la ejecución presupuestaria de este año (en el nivel consolidado de gobierno), se aprecia que el gasto de inversión ejecutado hasta el tercer trimestre de lo certificado fue de poco menos del 50%. Efectivamente bastante menos del ritmo de ejecución que cabe esperar, lo que induce a pensar que los niveles de sub-ejecución presupuestaria históricamente observados serán mayores en el presente ejercicio fiscal.
Ahora bien, no todos los niveles de gobierno son igualmente eficientes a la hora de ejecutar el gasto, y especialmente el que corresponde a proyectos de inversión. Típicamente el gobierno central ejecuta mejor que los otros niveles de gobierno.
Al cierre de tercer trimestre, su gasto de inversión fue del 52% del monto certificado; mientras que para los gobiernos municipales fue de 49%; y en tercer lugar, con un rezago importante, los gobiernos regionales con un 42% de ejecución de sus compromisos de inversión en los primeros nueve meses del año. En la gráfica podemos observar que a los gobiernos locales les corresponde ejecutar el 39% del presupuesto consolidado de inversión pública en el país.
La expansión del PIB en el segundo trimestre de 2019 (1.2%) ha sido la más débil de los últimos de los últimos 18 trimestres y todas las instituciones oficiales están revisando a la baja las cifras de crecimiento para este año. Un mayor dinamismo en la ejecución del presupuesto de inversión del sector público durante los primeros 9 meses del año sin duda hubiese atenuado la desaceleración que experimenta la tad de los tres primeros trimestres del año de los años 2017 y 2018 (60% del total del año), se habrían inyectado unos US$ 1.3 MM adicionales de gasto adicional en la economía. Monto que será muy difícil ya de gastar (ejecutar) en lo que queda de año.
Es cierto que uno de los retos que tenemos en la ejecución del presupuesto de inversión pública es gastar mejor, y para ello existe toda una estructura dentro del Estado con la misión de evaluar los beneficios socio-económicos de todo proyecto de inversión. Pero también es necesario saber gastar oportunamente. Gastar cuando corresponde. Y este es una tarea en la que el proceso de descentralización del gasto público (y especialmente el gasto de inversión) presenta grandes carencias y grandes retos.
Recordemos que cada proyecto de inversión que se evaluado con los criterios y metodologías del invierte.pe, y cuyos flujos de beneficios (ingresos) han sido descontados a una tasa de, digamos el 8%, y ha sido calificado como viable. Está también dejando de aportar cada año beneficios a la sociedad en su conjunto equivalentes al monto de la inversión multiplicado por su tasa interna de retorno.
Al no poder gastar oportunamente no solo perdemos los efectos macroeconómicos de corto plazo, si no también el costo de oportunidad de no poder contar con los beneficios estimados de tener a tiempo una posta médica, una escuela, una carretera o una línea de metro. Y ese costo de oportunidad no se contabiliza y, a nadie hacemos responsable por ello dentro del aparato de nuestra administración pública.
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