Conoce qué medidas se pueden tomar para disminuir la violencia en las escuelas tanto a nivel político como a nivel de las escuelas.
La violencia se ha convertido en una pandemia. De acuerdo al estudio global de UNICEF del 2016, uno de cada dos estudiantes ha experimentado una situación de violencia en la escuela o alrededor de la misma. Es decir, aproximadamente 150 millones de adolescentes entre 13 a 15 años en el mundo han sufrido violencia en la escuela.
La situación en Perú es aún más dramáticamente que el promedio de estudiantes a nivel mundial. Según los datos de la Encuesta Nacional de Relaciones Sociales (ENARES) del 2015, el 75% de los estudiantes encuestados a nivel nacional manifiestan haber experimentado alguna situación de violencia en su colegio.
Es la violencia psicológica la que presenta una mayor prevalencia (71.1%), seguida de la violencia física con un 40.4%. En este único estudio a nivel nacional de violencia escolar, se precisa que el lugar más frecuente donde esta sucede es el salón de clases (75.7%), seguido por el patio del colegio (39.2%) y los lugares alrededor de la escuela con un mismo porcentaje (39.2%)
Más allá de las cifras, es importante reflexionar qué podemos hacer desde la escuela y la familia para revertir esta situación que no diferencia condición social, género o tipo de escuela. Es un problema de todos.
En primer lugar, es necesario tener claridad sobre el proceso de cambio. Solucionar el problema de violencia escolar es una apuesta de largo aliento y se necesita mucha convicción para mantener la apuesta a nivel político, educativo e incluso personal para cambiar esta situación.
Teniendo en cuenta este preámbulo, me permito resumir cuáles deberían ser las principales directrices que deberían tomarse en cuenta para frenar la violencia escolar:
Nuestros estudiantes no son mini-ciudadanos por ello no tienen mini-derechos. El Estado tiene como objetivo asegurar que nuestros estudiantes logren más y mejores aprendizajes en la escuela.
Para lograr esto, es necesario otorgarles las mejores condiciones para que desarrollen su potencial. Es decir, tan importante como tener buenos materiales educativos y docentes, es contar con un buen clima escolar y que sientan que su escuela es un espacio seguro para aprender.
Todavía a nivel global existen 720 millones de estudiantes que viven en países donde las leyes no les protegen parcial o completamente de la violencia en la escuela, felizmente Perú no es uno de ellos.
La Ley 26719 protege a nuestros estudiantes de la violencia escolar. Asimismo, a nivel de política el Ministerio de Educación (MINEDU) cuenta con el Sistema Especializado contra la Violencia Escolar (www.siseve.pe). A través de este sistema, cualquier persona víctima o testigo de violencia escolar puede reportar esta situación a fin que se activen los protocolos de atención y seguimiento del caso a nivel de escuela, Unidad de Gestión Educativa Legal (UGEL), Dirección Regional de Educación (DRE) y a nivel central por parte del MINEDU.
Sin embargo, esta apuesta a nivel político solo se enfoca a nivel reactivo; es decir, cuando la situación de violencia ha ocurrido. Falta desarrollar estrategias y programas que apuesten por un enfoque preventivo, a partir de un enfoque integral, que aborde la capacitación a docentes y directivos sobre estrategias para prevenir la violencia en la escuela. Desarrollar estrategias de vínculo entre padres de familia y estudiantes ;y dote a las escuelas con materiales educativos que promuevan las habilidades socioemocionales en los estudiantes.
Por último, es importante que el Estado siga “midiendo” la violencia escolar y sus factores asociados a fin de desarrollar políticas basadas en evidencia que permita reducir la violencia escolar y optimizar los recursos públicos en el diseño e implementación de estas políticas. ENARES fue un muy buen diagnóstico pero ya pasaron cuatro años del estudio.
La escuela es el reflejo más cercano al país donde vivimos. Lo bueno y malo que nos define como sociedad se ve reflejado en este espacio. No podemos tener una escuela libre de violencia, si alrededor de la misma hay violencia e inseguridad ciudadana.
Por ello, es importante que a nivel de comunidad educativa se trabaje por un clima escolar sin violencia liderado por el director. Como líder de la institución educativa, el director, a través del Comité de Tutoría y Convivencia, debe promover la participación activa de la comunidad educativa, sobre todo de los estudiantes, para promover este clima.
Los docentes, como todo profesional, deben capacitarse sobre temas de clima escolar seguro y habilidades socioemocionales. Y, nuestros estudiantes, como sujetos de derechos también tienen responsabilidades.
Por ello, es importante desarrollar estrategias de justicia restaurativa a fin que los estudiantes tomen conciencia sobre las consecuencias de acciones cuando cometan alguna situación de violencia; y como co-responsables de promover un clima seguro en su propia escuela.
Como sugiere la literatura, si existen estudiantes que responden de manera asertiva cuando son testigos de violencia, la probabilidad de la violencia escolar disminuye significativamente.
Prevenir la violencia escolar no es una opción es nuestra responsabilidad. Los efectos de no hacerlo, como menciona la literatura internacional, tiene efectos al corto, mediano y largo plazo en nuestros estudiantes. En un mundo de cifras, la violencia escolar tiene un costo y según el estudio global de salud escolar, es de siete trillones de dólares.
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