Conoce cuáles son las herramientas básicas utilizadas en un proceso de coaching.
En todo proceso de coaching profesional es indispensable que los Coach tengan y sigan una metodología a fin de desarrollar un proceso de calidad. Esto no significa que no puedan usar en el proceso diversas herramientas, y es justamente la unicidad de cada proceso lleva y obliga a los coaches profesionales a ser creativos y flexibles. Por tanto, deben poder aplicar una variedad de técnicas y herramientas para cada situación particular.
En este sentido, existen una serie de instrumentos que los Coaches profesionales utilizan en el proceso. Algunos de ellos son consideradas fundamentales debido a que siempre están presentes en todo proceso de forma continua.
Estas son las 5 herramientas fundamentales que todo coach debe saber reconocer y aplicar:
Debemos estar atentos a todo lo que nos comunica el coachee. Esto significa que debemos reconocer, no solo lo que dice verbalmente, sino a todo su ser: sus gestos, sus posturas, sus ademanes, etc. El ser humano comunica con todo el cuerpo, no solo con las palabras. Estamos programados para ello, ya que pertenecemos a especies gregarias, vivimos en grupo y nos desarrollamos en él. Por tanto, requerimos estar en comunicación unos con otros.
Primitivamente, antes que apareciera el lenguaje hablado, el ser humano se comunicaba a través de sus gestos, de su rostro, de sus movimientos. La mejor manera que aprendió a comunicar emociones fue a través de su gestualidad. Y los integrantes de esa comunidad tenían que comprender inmediatamente esa comunicación, pues era sumamente importante para su preservación como especie. En este sentido, observar al otro era un acto primordial.
La calibración sigue el mismo sentido de la observación; es decir, debemos escuchar las emociones de la persona. Estar atentos a su estado de ánimo, pues debemos responder en concordancia con ese estado. A nadie se le ocurre pedir un aumento de sueldo a su jefe, cuando éste anda malhumorado, pues no va a recibir el pedido de buen agrado. De igual manera, en el proceso de coaching, debemos conocer cuál es el estado anímico de la persona para saber si va a recibir de buen agrado o va a estar bloqueado en escuchar nuestras preguntas o señalizaciones; es decir si estará en un estado de apertura o rechazo.
Evidentemente, para establecer una buena comunicación, es necesario estar en sintonía con el otro. Nadie “abre” su ser a otra persona, si siente que no se encuentra en sintonía con ella. Más aún, cuando no se conoce a la persona que tienes al frente. El rapport significa eso, establecer los lazos de confianza que permita al coachee a abrir su mente y emociones para aceptar el acompañamiento del coach en la consecución de sus metas.
Como dijéramos anteriormente, la observación es muy importante, y parte de la observación tiene que ver con escuchar. Hoy en día estamos más preocupados en enseñar cómo hablar, pero pocos se enfocan a enseñar a escuchar al otro; algo fundamental en el proceso de coaching. La dificultad que tenemos es que nadie nos enseña a escuchar. Muchas veces escuchamos para responder, y es más, inclusive no dejamos que la otra persona termine lo que está diciendo y ya en nuestro diálogo interno estamos preparando la respuesta.
Escuchar no es interpretar, es comprender desde el otro, sus vivencias, creencias, miedos y anhelos. Esto nos ayuda a separar lo propio de lo ajeno; lo que proviene de nuestro propio ser, de aquello que proviene del ser que tenemos al frente.
Si no escuchamos no podremos hacer buenas preguntas, ni retroalimentar adecuadamente a nuestro coachee, herramientas esenciales en el proceso de coaching, por tanto, este se dificulta y estanca.
En un proceso de aprendizaje (como lo es el proceso de coaching), a las personas les resulta útil saber si lo que están haciendo, lo están haciendo bien o no. Por eso se suele pedir opinión a quienes uno considera más cercanos. Las personas buscan reafirmar sus ideas, sus decisiones. Ello, ayuda al crecimiento personal; sin embargo, en nuestros procesos de aprendizaje estamos más acostumbrados a la evaluación que a la retroalimentación. Pensemos si no, en nuestro paso por las escuelas, solemos recibir calificativos (notas) antes que retroalimentaciones (qué hicimos bien y qué podemos mejorar). La retroalimentación ayuda a reconocerse a sí mismo y por tanto es un poderoso aliado de la autoestima.
En el proceso de coaching lo que se hace es retroalimentar al coachee sobre lo que está haciendo, cómo lo haciendo y los resultados de sus pequeños cambios y avances, convirtiéndose así en una herramienta fundamental.
El coaching sigue un principio no directivo; es decir, no se le dice al coachee qué es lo que debe hacer, o cómo hacerlo. Eso lo debe conseguir desde su propia reflexión, tomando en cuenta sus potencialidades y oportunidades de mejora. ¿Cómo lograr entonces que se siga el camino adecuado? Para ello nos basamos en preguntas que empujen a la reflexión, a la acción, a autodescubrirse, a reconocer la influencia de las creencias y valores en la consecución de las metas o las limitantes a las mismas. Debemos aprender a realizar preguntas que ayuden en este sentido de profundización de la misma esencia del coachee, es decir, al cambio y crecimiento.
Finalmente cabe señalar, que de acuerdo a cada corriente y modelo de Coaching existen otras herramientas que se utilizan en el proceso mismo, como son, por ejemplo: las técnicas y herramientas de la Programación Neurolingüística (PNL), de Bandler y Grinder (sistemas de representación, metamodelo, visualización, anclajes, encuadre, etc.).
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