Hace casi 30 años se definió el concepto de cambio climático, relacionado directa o indirectamente la actividad humana con la alteración de la composición de la atmósfera. Pocos años después se definió el concepto de calentamiento global y se hizo evidente que el aumento de la temperatura se había acelerado por la actividad de la humanidad y, hoy sabemos, que el cambio climático es el desafío más importante que enfrentamos como sociedad.
El Perú y su lucha contra el cambio climático
¿Por qué si el Perú es un país megadiverso y por ello altamente vulnerable al cambio climático aún no sentimos sentido de urgencia en el país? ¿Por qué nuestras actividades económicas más importantes no emprenden el camino de una transición climática? ¿Por qué no estamos tomando decisiones climáticamente inteligentes?
Nuestra mega diversidad está directamente vinculada a la existencia de diversos ecosistemas, asentados en distintos pisos ecológicos, los cuales son altamente sensibles a las variaciones de la temperatura. Existe suficiente evidencia científica que demuestra que si no cambiamos nuestra forma de vida, de producción y de relacionamiento con la naturaleza, este planeta dejara de ser viable.
Esta es una razón poderosa para que el tema de cambio climático, sus efectos, pero sobre todo el pensar en: ¿Cómo se puede contribuir a la adaptación y mitigación de éstos? y a cambiar nuestra propia forma de conducirnos con la naturaleza y la forma como gestionamos los recursos, deba tener un lugar preponderante en la educación y especialmente en la formación profesional en todos sus niveles.
Nuestro planeta ha pasado por cambios drásticos a lo largo de su existencia, sin embargo, actualmente existen variaciones en el clima que de manera natural no se producirían. La tierra se ha calentado y enfriado, pero en la historia no se tiene precedente de procesos tan veloces como el actual.
Hoy enfrentamos un calentamiento global que a pesar de los esfuerzos que dicen y de hecho están haciendo los gobiernos, en mayor o menor medida, sigue siendo acelerado. La principal consecuencia del cambio climático que experimentamos está íntimamente vinculada a los desastres naturales, tema altamente sensible para el país, pero ya no es la única consecuencia.
De acuerdo con las cifras oficiales emitidas por el Ministerio del Ambiente, el 67% de los desastres en nuestro país están relacionados con los fenómenos climáticos. Esto hace que aproximadamente 2.6 millones de peruanos estén expuestos a sequías y 5.5 millones están expuestos a lluvias intensas. Y un grupo aún mayor, 5.6 millones de peruanos están expuestos a heladas y friajes.
Estos eventos climáticos generan un impacto directo: 14 millones de peruanos están expuestos a la inseguridad alimentaria como consecuencia del cambio climático. Si bien existe la Convención Marco de Naciones Unidas sobre Cambio Climático, espacio donde los países se reúnen a discutir propuestas de cómo hacer frente al mismo, es claro que un desafío de este nivel requiere más que sólo el accionar de los gobiernos.
El sector privado y la ciudadanía en general deben ser protagonistas y no actores secundarios para enfrentar este desafío, y por supuesto el accionar de la academia es imprescindible. Necesitamos reconocer que estamos frente a nuevos retos y para ello es necesario pensar en una Economía del Cambio Climático en el Perú, imprescindible para avanzar hacia una recuperación con crecimiento bajo en emisiones e inclusivo.
La pesca y la agricultura, dos de las actividades productivas más importantes del Perú, son especialmente sensibles al cambio climático y tal como se señala en el Informe Stern (2007), los costos de no actuar a tiempo pueden superar los costos que se generen en materia de adaptación al cambio climático.
La información de calidad es una pieza clave para tomar buenas decisiones, pero esta debe ser actualizada y oportuna, además de incluir el cambio climático como una variable fundamental. Necesitamos que la política pública este cada vez más basada en evidencia científica, contar con gestores públicos que inspiren cambios tanto como que conozcan la realidad y que se atrevan a innovar, con emoción pero a la vez con destreza. Reconocer los problemas asociados al cambio climático, es el primer paso; adoptar soluciones basadas en la naturaleza, el segundo; e incluir para crecer, el tercero.
Necesitamos reconocer la importancia de ponernos los lentes del cambio climático, así como los de género, de inclusión y de interculturalidad, para reconocer que si bien el cambio climático nos afecta a todos y a todas, nos afecta de formas distintas.
Hay quienes sufrirán más sus impactos si no hacemos nada específico: mujeres y poblaciones vulnerables como los pueblos indígenas.
Y no podemos olvidar la conexión que existe entre el cambio climático y la pandemia que estamos sufriendo, por ello, la reactivación económica también tiene que estar conectada, pero esta vez de forma positiva, alineando la agenda de la reactivación económica a la agenda climática.
El papel de la academia
La universidad es clave para generar, a través de la investigación, información de calidad que siga contribuyendo a enfrentar los desafíos del cambio climático, pero sobre todo y especialmente, a identificar nuevas formas de hacer las cosas. La educación universitaria cumple un rol fundamental en la lucha contra el cambio climático, especialmente cuando necesitamos transformar el mundo, cuestionarnos sobre cómo hemos diseñado y construido hasta ahora, que clase de energía producimos y como la utilizamos, como podemos transformar el diseño industrial o cómo escalamos el uso de material reciclado, para reducir el uso de materia prima virgen.
¿Están las universidades formando economistas, ingenieros, arquitectos o gestores públicos con esta mirada? Es posible que no podamos tener la respuesta por todas las universidades, pero sí la tenemos desde la Universidad Continental y en nuestro caso la respuesta es sí.
Desde la creación de la universidad, se incluyó la dimensión ambiental como un pilar fundamental. Por ello, a través de la carrera de economía y otras más, analizamos los potenciales impactos físicos y económicos que las variaciones climáticas pueden causar en distintos sectores de la economía.
Avanzar hacia una economía circular, promovida desde la academia es una de las apuestas más importantes desde la mirada de la contribución de la educación superior al desarrollo sostenible. Necesitamos un pensamiento innovador, un pensamiento lateral desde la arquitectura, las ingenierías, la gestión pública, entre otras carreras.
Conclusiones
El cambio climático exige de todos y todas el dar la milla extra, ampliar nuestra ambición y nuestro sentido de urgencia, porque no tenemos un planeta de repuesto y aunque lo tuviéramos, los efectos en éste, aquí y ahora, van a afectar a las poblaciones más vulnerables y es nuestro deber tratar, por todos los medios, que ese impacto sea el menor posible, que la transición que debemos lograr sea una transición justa.
El cambio climático es una realidad y mientras más tardemos en incorporar la dimensión ambiental en cada una de nuestras decisiones, mayor impacto negativo nos generará. No hay tiempo que perder, aún con pandemia, para la supervivencia del planeta y por ende del género humano, a nivel global sigue siendo el desafío más importante.
No existe esfuerzo pequeño, todo cuenta.
Conoce más de lo que puedes hacer en nuestros eventos sobre cambio climático y en nuestros programas y maestrías de gestión ambiental.
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