Las organizaciones que buscan responder a su propósito y cumplir su misión, requieren ser competitivas y rentables en sus estrategias y operaciones, para crecer y ser sostenibles en el tiempo.
En la compleja coyuntura actual, este gran reto se torna especialmente crítico para los negocios medianos y pequeños (más del 80% de empresas del país) donde gran parte de ellas son poco eficientes, trabajan en modo reactivo o “prueba y error” y tienen como expectativa, más allá de sobrevivir, reactivarse y crecer.
Hoy se vive un entorno de cambio incesante, volatilidad e incertidumbre, en que las mega tendencias sociales y tecnológicas configuran un mercado de intensa competencia global, clientes empoderados y nuevos paradigmas de gestión alrededor de una nueva “revolución” denominada Industria 4.0, que combina técnicas avanzadas de producción y operaciones con tecnologías inteligentes que permiten integrar las organizaciones, las personas y los activos.
Ante este reto estructural, las organizaciones apuestan por la sostenibilidad convencidas de sus bondades para la gestión de sus productos y marcas en el mediano y largo plazo. Hoy en día las empresas que cuentan con un modelo de negocio enfocado a la sostenibilidad tienen mejores resultados también en cuanto a rentabilidad.
La sostenibilidad está relacionada con el equilibrio que debe guardar una sociedad con los recursos que se encuentran en su ámbito social, económico y ambiental. Si bien hoy en día se suele dar todo mayor énfasis a lo ecológico, para que algo pueda llamarse sustentable debe ser completamente viable en los tres ámbitos. Las empresas que aplican su enfoque de sostenibilidad desde la perspectiva integral de la sociedad están asegurando su rentabilidad en el tiempo al crear un vínculo sólido y cercano con todos sus stakeholders.
Las estrategias de sostenibilidad, correctamente formuladas e implementadas, son fuente de ventaja competitiva para destacar por encima de los competidores, a través de un posicionamiento diferencial. Ser sostenible permite mejorar los resultados financieros gracias a un uso más eficiente de los recursos y de su cadena de suministro (hacia atrás y hacia adelante), ofreciendo mayor valor al cliente y a los accionistas. A través de una mejor conexión con el cliente (cada vez más exigente), se puede mejorar la reputación de la marca y consecuentemente la fidelidad de los clientes, la atracción y retención de los mejores profesionales.
La rentabilidad de una empresa se entiende como la capacidad para generar utilidades, aprovechando sus recursos según la efectividad de su gestión. Su medición permite determinar si un negocio está produciendo suficientes beneficios para sostenerse y crecer, pudiendo medirse para todas las líneas de negocio o por área de responsabilidad.
El enfoque moderno de rentabilidad considera una conjunción de aspectos, más allá del beneficio económico, tales como la responsabilidad social corporativa, el compromiso con las comunidades donde opera, la creación de empleos y el clima laboral, el cuidado del medioambiente, entre otros. Hoy en día las personas están mucho más dispuestas a elegir compañías que les ofrezcan un valor agregado con este enfoque integral de compromiso por la sostenibilidad.
Estudios recientes en diversos sectores y tamaños de empresas muestran que la incorporación en los modelos de negocio de aspectos relacionados con la sostenibilidad ha permitido mejorar su rentabilidad. Ser sostenible hoy en día es un factor diferencial y puede ser el intangible que marque la diferencia donde el cliente tendrá siempre la palabra final. La sostenibilidad es rentable hoy, y lo será cada vez más en el futuro.
El perseguir la rentabilidad y sostenibilidad mencionadas implica contar con estrategias, políticas, procesos, metodologías y herramientas de control de gestión que permitan definir y desplegar objetivos del negocio, estratégicos y operativos, y medir su cumplimiento a lo largo del tiempo. El control de gestión es pues fundamental para evaluar el grado de cumplimiento de los objetivos previstos y tomar las decisiones correctas en el presente y en el futuro.
Para asegurar el logro de objetivos de una organización se requiere contar con un adecuado control de gestión, proceso antiguamente ligado a la administración y contabilidad de costos, que va ahora mucho más allá. El “controller financiero”, a cargo de estas funciones, adquiere una función fundamental en el planeamiento y desarrollo de cualquier proyecto de la empresa.
A través del control de gestión, se puede formular y ejecutar planes acordes a los objetivos, definir restricciones en los costos (de inversión o gasto), coordinar las actividades y tareas que debe ejecutar la empresa y establecer mecanismos para el análisis y control de las variables que influyen en la situación general de la empresa.
¿En qué áreas de la empresa invertir más?, ¿Cuál es el nivel de facturación necesario para cubrir los costos y cómo alcanzarlo?, son algunos de los puntos en que debe enfocar el controller financiero, implicando una correcta definición e interpretación de la información, e implementación de modelos preventivos para la toma de decisiones, para lo cual podría necesitarse herramientas de analítica de datos.
La secuencia típica inicia con analizar el funcionamiento interno, para luego definir los objetivos y determinar los recursos disponibles, con lo cual se identifica los indicadores relevantes, tanto cuantitativos como cualitativos, para valorar el grado de cumplimiento de cada objetivo, y establecer sistemas de alerta que permitan reorientar con agilidad el rumbo ante cualquier desviación.
Los sistemas de control de gestión han evolucionado pasando de un enfoque correctivo a uno preventivo. Ahora no es suficiente analizar las desviaciones y aplicar correcciones, sino también ahondar en el análisis que permita tomar decisiones antes que se produzca un posible desvío. De este modo permite a la organización ser más competente, alineando recursos y esfuerzos para alcanzar los objetivos.
El control de gestión busca mejorar la competitividad de la empresa, siendo un complemento esencial para realizar una gestión de negocio eficaz y eficiente. Conocer y controlar los datos de la empresa y conectarlos con la toma de las decisiones se convierte en una de las tareas más relevantes por realizar.
Dependiendo del nivel de madurez de la organización, y de sus necesidades y expectativas de desarrollo, el contar con un adecuado sistema de control de gestión puede requerir de algunos esfuerzos de evaluación de su modelo de negocio y modelo operativo, a partir de los cuales emprender un conjunto de planes de acción de acuerdo con una hoja de ruta consensuada según mejores prácticas, metodologías y herramientas para tal fin.
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