Reflexiones sobre las consultorías en el sector educación

Iván Montes Iturrizaga*
Por: Iván Montes Iturrizaga*
Director Nacional de Psicología de la Universidad Continental

Los consultores desempeñan un papel crucial en la gestión pública al brindar apoyo y asesoramiento especializado a las instituciones gubernamentales. En este artículo revisamos por qué surge la necesidad de consultores, cuál es su régimen laboral, así como qué calificaciones académicas y profesionales requieren.


¿Por qué surge la necesidad de consultores?


El estado peruano cuenta, en sus diferentes ámbitos o facetas, con profesionales con elevado sentido profesional, técnico y/o científico. Muchos de ellos están en planilla y otros ofrecen su talento a través de contratos (como los Contratos de Administración de Servicios o CAS[1]).


Sin embargo, no todas las competencias profesionales necesarias para que avancen los diferentes sectores se encuentran encarnadas en las dependencias públicas. Más aún cuando existen despliegues muy relevantes, especializados y necesarios en momentos muy específicos para un ámbito en particular. 


Debido a ello, se generan espacios para que profesionales nacionales y extranjeros contribuyan de manera independiente ―es decir, como personas naturales― a que las realizaciones alcancen niveles elevados de calidad. 


Tenemos así a un actor relevante llamado consultor que se suma a las capacidades profesionales ya instaladas en el aparato estatal. Estos consultores establecen sinergias importantes con los funcionarios públicos para que las cosas marchen de una manera óptima. 

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El régimen laboral de los consultores


Cabe precisar que los consultores, como independientes que son, deben de emitir recibos por honorarios profesionales como condición para recibir el pago asociado a las tareas desarrolladas.


Por lo tanto, un consultor de carne y hueso dedicado exclusivamente a esta tarea tendrá que agenciarse ―en caso así lo desee― de un seguro privado, cotizar de manera directa a una AFP y resolver de manera muy organizada una serie de desafíos en el ámbito de las finanzas personales.


Asimismo, los consultores deben destinar un porcentaje de sus ingresos a un fondo para sus “meses de para” que, muy probablemente, equivale a la tercera parte del año en promedio. 


Credenciales académicas y profesionales requeridas


El ser consultor demanda un conjunto de credenciales de formación: grado de magíster o de doctor, especializaciones, experiencia comprobada en el ámbito nacional (e internacional en algunos casos), un récord respetable de publicaciones académicas y una elevada disposición para aportar con extremo respeto a las contrapartes del sector público. 


En sí, un consultor (u organismo o asociación que tenga entre sus fines la consultoría o asistencia técnica) adecuadamente requerido por una necesidad real y seleccionado transparentemente por méritos profesionales (y éticos) es una persona que gatilla saludables procesos en favor del país en su conjunto o de alguna región en particular. 


En muchos ámbitos, además, los consultores en un determinado campo temático llegan a constituirse en un bien escaso en el mercado de trabajo


De esta manera es más que legítimo que un consultor o los consultores de una agencia privada perciban una retribución económica acorde con sus elevadas calificaciones. 


También es necesario resaltar que, dentro del mundo de la consultoría, existen escalafones o niveles que van desde los especialistas o consultores junior a los senior. Estas denominaciones no siempre están descritas explícitamente en los contratos; pero se proyectan en los requisitos o perfiles profesionales que son anhelados por quien precisa de esta asistencia.

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Sobre la ejecución de los reportes de consultoría


Consultores y funcionarios llegan a constituir con frecuencia equipos de trabajo de primer nivel que generan procesos coincidentes con el discipulado, la formación de nuevos cuadros y la transferencia de conocimientos en la forma de nuevas capacidades instaladas. 


Sin embargo, cabe advertir que los consultores no son decisores de políticas y, menos aún, tienen en sus manos el poder de destinar los recursos para que lo recomendado por ellos se traduzca en acciones concretas. 


Claro está que a todo consultor le interesa que sus aportes se conviertan en insumos relevantes para la toma de decisiones. Pero esto no sería la generalidad dado que, con bastante frecuencia, quienes tienen el poder de decidir lo que va y lo que no va optan por un determinado camino.


Por esta razón, buenos reportes de consultoría quedan muchas veces apilados en estanterías o en computadoras de políticos poco versados en los campos que deberían liderar[2]


Espero que este artículo te haya ayudado a comprender mejor el rol y las características de los consultores en el ámbito educativo. Si te interesa profundizar en este tema y desarrollar tus competencias para brindar asesoría y acompañamiento a las instituciones educativas o gubernamentales, te invitamos a solicitar más información del Programa de Especialización en Gestión en Convivencia Escolar y Tutoría de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental.

Programa de Especialización en Gestión en Convivencia Escolar y Tutoría

[1] Este último régimen no otorga una estabilidad plena pero sí beneficios como vacaciones, AFP, ESSALUD y licencias, entre otros. 
[2] Se alude directamente a los cargos de confianza que, en abundancia, se ofrecen a simpatizantes, financistas de campañas, entre otros. 

(*) Psicólogo Educacional de la URP y Doctor en Ciencias de la Educación de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Es director nacional de Psicología de la Universidad Continental. 

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