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La importancia de leer investigaciones en la formación docente

Escrito por Iván Montes Iturrizaga* | abr 13

Una de las dimensiones inaplazables de la universidad es su accionar de cara a la investigación científica y tecnológica en cada una de sus formas. Esta faceta de la vida universitaria se constituye en la esencia misma de las intencionalidades formativas: ya sea enseñando el oficio de investigador en contextos institucionalizados (grupos de investigación) o procurando a través de las diferentes asignaturas la lectura analítica de artículos rigurosos.

Ambos aspectos son vitales a fin de que el alumno se familiarice con el hábito profesional de asumir decisiones sobre la base de teorías, paradigmas y un concienzudo análisis de la realidad. Y es ahí, donde se plantea una de las diferencias sociológicas entre un profesional y un técnico.

 

 

Profesional vs técnico


Mientras que el técnico se centra en el “cómo hacer”, el profesional conoce además el “porqué” (fundamentos), y, por consiguiente, podrá generar soluciones creativas y pertinentes ante cualquier problema que tenga al frente. En este caso, la solución nueva o innovadora supone una base teórica sólida y debidamente actualizada.

En este marco, la formación del profesorado, tanto en las universidades como en las Escuelas de Educación Superior Pedagógicas, no puede evadir su responsabilidad por el desarrollo de capacidades investigativas. Más aún ahora donde existe un amplio consenso en señalar el status epistemológico de profesión a la actividad docente.

 

 

Las ciencias de la educación


De esta manera, vemos como en las últimas tres décadas la formación eminentemente pedagógica centrada en el “cómo hacer” (didáctica) ha dado lugar a expresiones mucho más comprensivas y que hoy en día se sustentan en las llamadas ciencias de la educación.


Esto es más que un cambio de nombre, puesto que concebir la formación del profesorado desde este ámbito (ciencias de la educación) supone el reconocimiento de la complejidad de los fenómenos educacionales; los mismos que son susceptibles de ser investigados científicamente.


Lamentablemente, pareciera ser que en el Perú las antes escuelas o facultades de pedagogía descuidaron – salvo excepciones – su dimensión investigativa. Por esto, no es de extrañar que casi toda la producción científica publicada en medios arbitrados se gesta en los programas de psicología, sociología, antropología y economía.


En este contexto, y sin el ánimo de que todos los estudiantes se conviertan en maestros investigadores, pensamos que algún nivel de socialización con las ciencias de la educación y sus productos académicos mucho podría hacer por esta formación profesional.
Por este motivo, destacamos como relevante la lectura analítica y crítica de investigaciones de alto impacto en todas o casi todas las asignaturas que componen esta carrera. Para esto, consideramos que todo formador de formadores tendría que valorar como pertinente este tipo de lecturas como generadores de criterios para la actuación profesional.


Es más, se podría afirmar que una cátedra debidamente actualizada debería incluir entre los materiales de lectura un conjunto de investigaciones recientes a fin de que los estudiantes entren en contacto con las últimas realizaciones en un determinado campo.


Las enciclopedias, manuales y colecciones sirven de mucho; pero no tienen la potencia suficiente para socializar al alumno con los nuevos hallazgos ni con los procesos implicados en la producción de conocimientos en el ámbito de la educación.

 

 

La necesidad de mantenerse actualizado


Insisto aquí, que no es la intención conseguir que todos se conviertan en investigadores. Sino más bien, instaurar en ellos la necesidad de estar al tanto de los últimos avances en una determinada área. Todo esto, como una cualidad indispensable para todo educador profesional interesado en alcanzar la excelencia y, por ende, servir mejor a la sociedad.


No obstante, esta necesidad surgirá en la medida en que presentemos a los alumnos la producción científica como algo accesible, claro y posible de comprender. Del mismo modo, se requiere también que hagamos uso de las grandes posibilidades de información que ahora nos brinda la Internet e instauremos competencias orientadas a la búsqueda, selección y uso de información confiable.


Sin embargo, para que lo mencionado hasta el momento sea realidad sería necesario que los catedráticos investiguen, se mantengan actualizados, inviten al pensamiento, sean tolerantes y propicien el pensamiento crítico. Este, podría ser un gran desafío en la formación profesional y constituirse en una base sólida para optimizar – en caso sea necesario – los cursos de metodología de la investigación y los seminarios de tesis que, por lo general, se imparten en el último año de la carrera.


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