No soy un experto en transformación digital, sin embargo, a lo largo de mi carrera profesional como CEO participé en diversos procesos de implementación de sistemas digitales: ERP, CRM, plataformas contables.
Estas experiencias confirmaron una verdad incómoda señalada por muchos especialistas: más del 60% de los proyectos de transformación digital terminan fracasando, se abandonan o generan sobrecostos que afectan seriamente la sostenibilidad del negocio.
¿El problema? Pensar que transformar digitalmente una organización es simplemente incorporar tecnología. No es así.
La verdadera transformación digital empieza con una visión estratégica clara, que alinee procesos, tecnología y personas con los objetivos del negocio. Es, en esencia, un cambio cultural y estructural, no solo tecnológico.
Para emprender este camino con sentido, hay tres preguntas que toda organización debería hacerse:
He visto cómo la transformación digital logra resultados reales cuando se construye sobre estos tres pilares —procesos, tecnología y personas— de manera equilibrada. También he visto cómo el desalineamiento entre ellos genera desorden, frustración y pérdida de valor.
Para muchas organizaciones, registrar datos puede parecer solo una tarea operativa o una exigencia legal. Sin embargo, hacerlo bien es clave para lograr trazabilidad, transparencia y mejora continua.
Respecto a la gestión de la información, es importante hacerse cinco preguntas: ¿por qué registro la información?, ¿cómo la registro?, ¿cómo la obtengo?, ¿cómo la analizo?, y ¿para qué la uso?
Un buen registro permite medir resultados, identificar tendencias, cumplir normativas, coordinar mejor los equipos y tomar decisiones con base en evidencia. Cuando se alinea con los objetivos del negocio, se convierte en una fuente real de ventaja competitiva.
Hoy, muchas empresas dependen aún del registro manual de datos: papel, Excel, o procesos poco estructurados. Esto genera errores, retrasos y baja capacidad de análisis. Por eso, pasar al registro digital desde el origen —por ejemplo, mediante sensores, integraciones o sistemas automatizados— es un paso clave. Mejora la precisión, ahorra tiempo y facilita tomar decisiones más rápidas y efectivas.
También es fundamental asegurar un acceso ágil y seguro a la información. Un sistema bien diseñado permite que las personas accedan a lo que necesitan sin comprometer la seguridad.
El acceso puede ser controlado por roles o jerarquías, directo a través de dashboards, o limitado a través del área de TI, dependiendo del nivel de digitalización.
Para que todo esto funcione, se deben articular cuatro pilares:
Hoy más que nunca, transformar digitalmente una organización no es una opción, sino una necesidad estratégica. Pero solo lo lograremos si dejamos de ver la tecnología como un fin, y empezamos a verla como un medio para rediseñar nuestra manera de operar, decidir y competir.
La transformación no empieza con una compra de software, empieza con una pregunta honesta: ¿dónde estoy y hacia dónde quiero ir? Entender esto es clave para quienes liderarán las decisiones empresariales en los próximos años.
¿Has vivido un proceso de transformación digital en tu organización? ¿En qué etapa sientes que estás? Me encantaría conocer tu experiencia, compártela en los comentarios.