Con la llegada del milenio, los avances tecnológicos y la inmersión en la globalización, los ciudadanos peruanos demandan y merecen un Estado moderno, al servicio de sus necesidades, ágil, eficiente y transparente.
Para ello, el Estado peruano ha emprendido desde hace algunos años un proceso de modernización que requiere de perfiles profesionales más capacitados y dispuestos a adaptarse a los cambios que se hacen urgentes y no tienen marcha atrás.
En este sentido, los gestores públicos tienen por delante interesantes retos y oportunidades de mejora que implicarán perfiles profesionales más competitivos, aumento de las capacidades y, sobre todo, preparación constante para estar a la altura de los desafíos. Estos son los retos principales que todo funcionario debe asumir en un Estado moderno:
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Orientación al ciudadano
El Estado está indudablemente al servicio de las personas, esa es la razón de ser de la gestión pública. Por ello, sus acciones son expresiones de los derechos de los ciudadanos. En este contexto, el gestor público tiene el deber de administrar los recursos estatales poniendo a la gente en el centro de la ecuación.
De esta forma, asigna recursos, define prioridades, diseña procesos y obtiene resultados en función de las necesidades de la población, mostrando un alto grado de flexibilidad para adecuarse a los cambios sociales, políticos y económicos del entorno. En una gestión pública moderna, los funcionarios se preocupan por entender los problemas reales de los ciudadanos y actúan en consecuencia.
Los derechos corresponden a todos por igual, el deber del Estado es adaptar sus políticas a las diferentes necesidades de cada comunidad considerando sus condiciones particulares tanto territoriales, sociales, económicas, históricas y culturales. La labor de los gestores públicos es ejecutar dichas políticas tomando en cuenta y, sobre todo, respetando esa diversidad.
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Alto nivel de adaptabilidad
El cambio es una constante cuando se trata de transformar al Estado para hacerlo más ágil, inclusivo, eficiente y eficaz. Por ello, el funcionario público moderno debe contar con una gran capacidad de adaptación para acoplarse a nuevos métodos y formas de hacer las cosas.
La adaptabilidad comprende desde acomodarse a nuevas estructuras organizativas, hasta apropiarse de metodologías creativas para resolver problemas, pasando por el uso de herramientas tecnológicas que le permitirán servir más y mejor a los ciudadanos.
Si se ha de cumplir con objetivos como la implementación del gobierno electrónico, la descentralización de los procesos o la modernización de la infraestructura necesitamos funcionarios públicos que sepan afrontar los cambios con resiliencia y flexibilidad.
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Enfoque centrado en resultados
Al estar al servicio de los ciudadanos, el Estado moderno prioriza la asignación de presupuestos con un enfoque basado en los resultados. ¿Qué significa esto? Que los recursos serán asignados en función de los productos o servicios que los ciudadanos esperan recibir para satisfacer sus solicitudes.
Este es uno de los grandes cambios de paradigma para la administración pública que propone el nuevo modelo. De una gestión acostumbrada a lidiar con procesos presupuestarios inertes, estamos caminando hacia la rendición de cuentas con base en los resultados tangibles que se presentan a los ciudadanos.
El enfoque orientado a resultados también impacta en los métodos de evaluación con el que se mide el desempeño del gestor público. Conscientes de esto, los funcionarios públicos asumen el reto de poner el ojo en la meta, garantizando mayor eficiencia económica, manteniendo el equilibrio fiscal y maximizando en lo posible los beneficios para todas las personas.
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Transparencia en la gestión
Cuando hablamos precisamente de la rendición de cuentas, nos referimos a que la administración de los recursos debe estar en manos de funcionarios públicos éticos y transparentes.
Los recursos públicos son limitados, por eso los ciudadanos requieren que sus autoridades y servidores los administren de forma honesta, rindiendo cuentas oportunamente de forma pública, tanto de los recursos invertidos como de su desempeño: qué hicieron, en qué invirtieron el dinero, cómo gestionaron el capital humano, cómo hicieron uso de la infraestructura estatal.
Prepararse para la rendición pública de cuentas, comprometerse con la transparencia y con la erradicación de la corrupción, son tareas urgentes de los funcionarios públicos modernos. La política de puertas cerradas va en contra del Estado transparente, accesible, participativo e íntegro en su desempeño al que aspiramos todos los peruanos.
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Innovación en los procesos
El uso de tecnologías de la información en la construcción del gobierno electrónico es solo uno de los retos de innovación que tiene el funcionario público moderno. Para brindar a la ciudadanía una gestión pública de calidad, el Estado debe estar en constante revisión y renovación de sus procesos.
Ofrecer nuevos servicios, proponer procedimientos novedosos que agilicen los trámites o incorporar la creatividad en la resolución de problemas también son formas en que los funcionarios públicos pueden innovar.
Apoyados en su experiencia y en el conocimiento exhaustivo de los procesos estatales, que suelen ser largos y complejos, el gestor público moderno debe estar en la capacidad de asumir el reto de agilizar esos procesos apoyándose en una gestión eficiente de los recursos y en el uso de la tecnología.
Es evidente que los retos no son pocos, pero la perspectiva es alentadora. En la medida en que los funcionarios se dispongan a abrazar la transformación del estado y a contribuir con su experiencia y talento a la consolidación de una gestión pública más moderna, estaremos en camino a satisfacer realmente, sin dilaciones ni burocracias, las necesidades de nuestra gente.
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Fuente documental: Política Nacional De Modernización De La Gestión Pública Al 2021