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Analizando el liderazgo político con la Flor de Wiksayuk

Escrito por Luis Chaves Bellido | dic 3

Hace un par de años, desarrollamos un modelo buscando explicar las fuentes de liderazgo, lo llamamos la Flor de Wiksayuk


Este modelo nos sirvió para explicar el desarrollo del liderazgo en el ámbito empresarial; sin embargo, lo consideramos totalmente válido para explicar el liderazgo político. Es decir, el de las autoridades políticas.


En un momento en que la política parece cada vez más desconectada de las necesidades reales de los ciudadanos, la Flor de Wiksayuk ofrece una guía para desarrollar un liderazgo balanceado que podría resolver esta crisis.


Es crucial entender cómo la distorsión de los cinco elementos clave del liderazgo afecta las decisiones de los votantes y la efectividad de los gobernantes. 


Un liderazgo acertado debería mantener un balance adecuado entre los cinco elementos clave que son descritos con mayor detalle en este artículo; sin embargo, los líderes actuales tienden a enfatizar unos elementos mientras ignoran otros.

El caso peruano


En Perú, las últimas elecciones pusieron de relieve una marcada preferencia de los votantes por líderes que proyecten una identidad personal y cultural fuerte, en sintonía con la realidad de la mayoría de los peruanos.


Esta prioridad refleja el deseo de los ciudadanos de ver a figuras políticas que compartan y entiendan sus raíces y tradiciones. Sin embargo, este enfoque ha dejado en segundo plano otros elementos esenciales del liderazgo, como los valores éticos, las habilidades blandas y, especialmente, las habilidades duras o técnicas necesarias para la gestión.


Este desbalance ha traído consigo problemas notables en el ámbito político peruano, como la corrupción y la falta de competencias para resolver problemas complejos de gobernabilidad y administración pública.


La excesiva dependencia de la identidad cultural y personal ha permitido que candidatos sin la experiencia técnica o sin el compromiso ético necesario accedan a cargos de poder, lo que ha debilitado las instituciones y ha incrementado la frustración ciudadana.


Para restaurar la confianza en el liderazgo, Perú necesita figuras políticas que reflejen no solo una identidad cultural auténtica, sino también valores sólidos y habilidades técnicas que puedan fortalecer la gestión y generar soluciones a los problemas estructurales del país. 


La Flor de Wiksayuk, con su énfasis en el equilibrio entre los cinco elementos clave, puede servir como un modelo que guíe esta transformación en el liderazgo peruano.

 

La situación en Europa


En Europa, la crisis migratoria y la creciente diversidad cultural han convertido la identidad cultural en un tema central para los votantes. Muchos ciudadanos europeos se sienten desafiados por cambios sociales y culturales, y buscan líderes que protejan y reafirmen una identidad nacional específica.


Como resultado, los partidos de extrema derecha han ganado terreno, con candidatos que se enfocan en proteger la cultura e identidad europeas frente a lo que consideran una “amenaza” externa.


Este enfoque en la identidad cultural ha llevado a que otros elementos clave, como los valores de inclusión y tolerancia, queden relegados, afectando la cohesión social en varios países. 


Las habilidades blandas, como la capacidad de diálogo y construcción de consensos, también han sido dejadas de lado; mientras que la habilidad técnica en temas de seguridad y geopolítica se ha vuelto prioritaria debido a las tensiones en la región. 


Este desequilibrio ha generado una mayor polarización en la sociedad, contribuyendo a que surjan políticas que pueden ser divisivas y excluyentes.


El equilibrio en el liderazgo europeo requiere de candidatos que no solo apelen a la identidad cultural, sino que también promuevan valores de integración y habilidades blandas para construir puentes entre sectores de la sociedad. 


Un liderazgo equilibrado en Europa debe abordar la diversidad como una fortaleza, combinando habilidades técnicas con valores que promuevan la cohesión social.


La situación en EE. UU.


En Estados Unidos, la política se ha caracterizado por una creciente polarización entre dos visiones de liderazgo y de identidad cultural. 


Los votantes republicanos han enfatizado la identidad personal y cultural de sus candidatos, en un intento por defender lo que consideran los valores tradicionales de Estados Unidos. Esto ha sido acompañado de un enfoque en habilidades duras en áreas como la seguridad y la economía, dejando en segundo plano las habilidades blandas y, en muchos casos, los valores de inclusión y diversidad.


Por otro lado, los demócratas han promovido una identidad cultural más inclusiva, enfocándose en representar a minorías y grupos históricamente excluidos. Sin embargo, también han priorizado ciertos valores de justicia social sobre habilidades duras, lo cual ha generado percepciones de falta de competencia técnica en algunos sectores. 


Ambos partidos tienden a priorizar aspectos específicos de la identidad y valores, lo que ha profundizado la división y la desconfianza en el sistema político.


La falta de equilibrio en los elementos clave del liderazgo ha llevado a una fragmentación política y social, donde cada partido prioriza aspectos de la identidad cultural y personal que refuerzan la división. Esto ha derivado en una incapacidad para construir consensos y resolver problemas de manera efectiva, ya que los valores y habilidades blandas no son suficientes para paliar la división.


Para restaurar la cohesión y funcionalidad en el liderazgo estadounidense, es fundamental que ambos partidos promuevan líderes que puedan equilibrar la identidad cultural con habilidades blandas y duras, además de una ética que permita construir confianza en un entorno cada vez más diverso. 


La Flor de Wiksayuk puede servir como un marco para seleccionar candidatos que no solo representen a una parte de la sociedad, sino que también tengan la capacidad de liderar con integridad y competencia técnica.

 

 


En conclusión, tanto en Perú como en Europa y EE. UU., los cinco elementos clave del liderazgo —identidad personal, identidad cultural, valores, habilidades blandas y habilidades duras— deben estar en equilibrio para responder a las necesidades de una sociedad diversa y compleja.


La Flor de Wiksayuk ofrece un modelo útil para guiar este tipo de liderazgo, especialmente en contextos donde el énfasis en uno o dos de estos elementos ha demostrado tener consecuencias negativas para la cohesión y la efectividad del gobierno.


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