A través de un análisis de 24 países, este artículo explora los diferentes modelos económicos y políticos, examinando cómo los sistemas capitalistas y socialistas, así como las democracias y regímenes autoritarios, impactan en la creación, distribución o destrucción del valor público.
Hace unos meses, me reuní con un grupo diverso de amigas y amigos que incluía a personas de diferentes generaciones: boomers, generación X y millennials. La conversación fue intensa y enriquecedora, abordando dos temas centrales: uno económico, el debate entre capitalismo y socialismo; y otro político, la tensión entre democracia y totalitarismo.
A lo largo del encuentro, noté que algunos de los que viven en Europa tienden a identificarse como socialistas; mientras que aquellos que residen en Estados Unidos, tienden a inclinarse hacia una perspectiva capitalista. Esta diferencia de contextos socioeconómicos influyó claramente en sus posturas.
El bienestar y cuidado del ciudadano fue uno de los puntos más discutidos. La conversación desembocó en lo que considero la cuestión central de nuestro tiempo: la creación de valor con una distribución justa y equilibrada, evitando a toda costa su destrucción.
Pero, ¿cómo podemos lograr este equilibrio? La respuesta radica en el liderazgo y la ciudadanía.
Necesitamos, no solo candidatos que buscan ganar votos, sino líderes comprometidos con una visión clara y consciente de hacia dónde debemos dirigirnos como sociedad.
Por su parte, los ciudadanos también deben evolucionar, dejando de ser simplemente votantes pasivos para convertirse en actores proactivos en la construcción de un futuro más justo y sostenible.
La correcta elección de nuestros líderes es vital para asegurar el crecimiento sostenible de nuestros países.
La educación juega un papel igualmente crucial en este proceso. Sin líderes adecuados, perdemos el rumbo; y sin una educación de calidad, corremos el riesgo de que esta misma sea manipulada, con consecuencias devastadoras.
Criterios para el análisis
Para intentar comprender mejor este tema, realizamos un análisis comparativo de 24 países, evaluando sus sistemas políticos y económicos en relación con la creación, distribución y destrucción de valor.
Cabe resaltar que este análisis fue hecho desde una perspectiva práctica, basada en mi experiencia en gestión empresarial, y busca observar cómo las decisiones políticas y económicas impactan el bienestar de las sociedades. No pretende ser un estudio académico; sino más bien una reflexión —desde la práctica empresarial— sobre cómo ciertos modelos generan valor, mientras que otros, en ocasiones, lo destruyen.
Socialismo vs. Capitalismo
Para clasificar a los países entre socialismo y capitalismo, hemos considerado los siguientes criterios:
En los sistemas capitalistas, el mercado está mayormente regulado por actores privados. Las empresas privadas, individuos y corporaciones son los principales responsables de tomar decisiones sobre la oferta y demanda de bienes y servicios.
En este contexto, el papel del Estado en la regulación es limitado, interviniendo solo para garantizar la competencia leal, proteger los derechos de propiedad y evitar abusos como los monopolios.
La idea central es que el mercado, a través de la competencia y la iniciativa privada, autorregula el comportamiento económico.
En los sistemas más socialistas, el Estado ejerce un control significativo sobre la regulación del mercado. El gobierno interviene de manera activa para gestionar y supervisar la actividad económica, con el objetivo de equilibrar las necesidades sociales y económicas de la población.
En lugar de dejar que las fuerzas del mercado actúen por sí solas, el Estado impone reglas más estrictas para dirigir la actividad económica, controlar sectores estratégicos, y garantizar un acceso equitativo a los recursos.
En este contexto, la intervención estatal se justifica como una forma de asegurar la justicia social y evitar la concentración de riqueza en manos privadas.
Totalitarismo vs. Democracia
Para clasificar a los países en totalitarismo (desde comunismo hasta monarquía absolutista) y democracia, hemos considerado los siguientes criterios:
En la democracia el poder reside en los ciudadanos, expresado a través de elecciones libres y con garantías de derechos fundamentales como la libertad de expresión y prensa. Es flexible y puede coexistir con distintos modelos económicos, como el capitalismo o el socialismo.
El totalitarismo, por otro lado, implica el control absoluto del Estado sobre todos los aspectos de la vida pública y privada, sin permitir disenso ni pluralidad política. Ejemplos históricos como el comunismo en su versión más extrema muestran un Estado que ejerce poder total, eliminando libertades y concentrando el control en un solo partido.
Con base en estos criterios, y utilizando información obtenida en © The Economist Intelligence Unit Limited 2024 y en heritage.org, construimos el siguiente gráfico:
Clasificación de los países
Se pueden identificar varios grupos de países con posiciones similares en cuanto a su sistema político y económico:
Democracias avanzadas con economías socialdemócratas
Países como Noruega, Dinamarca y Suecia se encuentran en la parte superior, combinando democracias sólidas con una alta intervención estatal en la economía.
Aunque sus economías se basan en el libre mercado, tienen un fuerte componente socialista, con políticas de bienestar robustas, alta redistribución de la riqueza y un papel activo del Estado en sectores clave como la salud, la educación y los servicios sociales. Son ejemplos de socialismo democrático, donde la equidad social se combina con economías competitivas.
Democracias avanzadas con economías más liberales
Estados Unidos, Japón y Corea del Sur están en la parte superior, pero con una clara orientación hacia el capitalismo de libre mercado, donde la intervención estatal es más limitada.
En estos países, la economía está más centrada en la competencia y la iniciativa privada, con menor énfasis en la redistribución de la riqueza.
Democracias con economías mixtas y mayor intervención estatal
Italia, Francia y España pertenecen a democracias avanzadas, pero con un enfoque económico mixto, tienen fuertes políticas de bienestar y un papel activo del Estado en la regulación económica, manteniendo un equilibrio entre el sector privado y las políticas sociales, probablemente se podría incluir a Chile en este grupo.
Economías emergentes con democracias más frágiles
México, Brasil, Perú, Argentina y Sudáfrica ocupan una posición intermedia. Estas naciones tienen democracias funcionales, pero enfrentan desafíos políticos y económicos significativos. Sus economías son mixtas, con intervenciones estatales moderadas, pero también con niveles más altos de desigualdad, lo que afecta la estabilidad política y económica.
Regímenes autoritarios con economías centralizadas o mixtas
Rusia, Venezuela y Corea del Norte están en la parte inferior del gráfico, caracterizados por una baja calidad democrática o regímenes autoritarios.
En estos países, el Estado tiene un control fuerte sobre la economía, especialmente en el caso de China y Corea del Norte, donde predomina el control estatal sobre la actividad económica.
Venezuela, aunque autoritaria, tiene características de un modelo económico mixto con una gran intervención estatal y dificultades económicas severas.
Regímenes autoritarios con economías capitalistas
Países como China y Arabia Saudita combinan un sistema político autoritario con economías orientadas al capitalismo.
Aunque el Estado controla gran parte del poder político, la economía está más integrada en el mercado global, promoviendo la iniciativa privada en sectores no estratégicos.
Una mirada estratégica a tres indicadores
Hemos preparado 3 cuadros donde se identifica la posición de los 24 países basándonos en tres indicadores:
1. La creación de valor asociada al PBI per cápita.
2. La distribución de valor construida con base en el Índice de Gini, el gasto social como porcentaje del PIB asociado al gasto en servicios públicos como educación, salud y seguridad social.
3. La destrucción de valor asociada (inversamente) al índice de integridad del gobierno establecido por la organización Heritage (www.heritage.org).
¿Dónde posicionarse?
A. Democracias avanzadas con economías capitalistas reguladas (parte superior derecha del gráfico)
Países como Noruega, Dinamarca, Suecia, Estados Unidos, Japón y Corea del Sur muestran un balance adecuado entre creación de valor (PBI per cápita elevado) y distribución eficiente de valor.
En este grupo, las economías se basan en el capitalismo, pero con un Estado activo que regula y redistribuye el valor (países nórdicos en mayor grado) para asegurar que los beneficios económicos alcancen a la mayor parte de la población.
Estos países deben evitar caer en un intervencionismo excesivo que pueda ahogar la innovación o la competencia. El desafío está en mantener el equilibrio entre una regulación adecuada y la libertad de mercado para seguir generando valor sin distorsionar el sistema.
También deben mantenerse vigilantes respecto a la corrupción. Aunque tienen mecanismos de control muy avanzados, cualquier relajación en la supervisión podría abrir brechas para la mala gestión pública.
El nivel de educación y control en estos países es alto, lo que garantiza que la intervención estatal sea eficaz y no se desvíe hacia prácticas corruptas.
B. Democracias con economías mixtas (centroderecha del gráfico)
Francia, Italia, España, Chile son ejemplos de países con democracias sólidas y un enfoque de economía mixta. Aquí, el Estado juega un rol más importante en la regulación y redistribución de la riqueza, lo que les permite mantener una distribución relativamente equitativa del valor. Sin embargo, la creación de valor en algunos casos es menor que en los países nórdicos debido a una mayor intervención estatal en sectores clave.
Estos países deben evitar el riesgo de burocracia ineficiente o un exceso de control estatal, que puede sofocar el dinamismo del sector privado. Aunque buscan una redistribución más justa, una sobre intervención estatal puede llevar a una desaceleración en la creación de valor.
Para evitar caer en el intervencionismo corrupto, el nivel de educación y control debe ser igualmente alto, garantizando que la redistribución del valor no se distorsione por intereses privados o mala gestión.
C. Economías emergentes con democracias frágiles (centro del gráfico)
Países como México, Brasil, Perú, India, Sudáfrica, Argentina muestran una creación de valor moderada, pero enfrentan desafíos tanto en la distribución de ese valor como en la eficiencia de sus políticas económicas. Aunque son democracias, la corrupción y la inestabilidad política limitan su capacidad para distribuir el valor de manera equitativa.
Estos países deben evitar caer en políticas de populismo que ofrecen soluciones rápidas y cortoplacistas a problemas estructurales profundos. El populismo tiende a generar un mal uso de los recursos públicos, afectando tanto la creación como la distribución de valor, y aumentando el riesgo de corrupción.
Mejorar los mecanismos de control y garantizar que el sistema educativo forme ciudadanos críticos y gestores públicos capacitados es crucial para evitar caer en el intervencionismo corrupto o ineficiente. El riesgo de corrupción es alto en este grupo, por lo que la supervisión debe ser constante y rigurosa.
D. Regímenes autoritarios con economías centralizadas o mixtas (parte inferior del gráfico)
Rusia, China, Venezuela, Corea del Norte son países donde la creación de valor es limitada o muy baja, en gran parte debido a la concentración del poder en un solo partido o figura. En estos casos, el Estado tiene un control total o casi total sobre la economía, lo que limita la innovación y la competitividad. La corrupción es un problema endémico en estos sistemas.
Estos países deben evitar caer en una centralización excesiva del poder y permitir mayor competencia e iniciativa privada, lo que les permitiría aumentar la creación de valor. Sin embargo, los regímenes autoritarios son menos propensos a permitir estos cambios.
La corrupción en estos países suele ser muy alta debido a la falta de instituciones independientes y transparencia. Aquí, el nivel de educación y control tiende a ser bajo, lo que impide la creación y distribución de valor adecuada. Para mejorar, estos países necesitarían reformar profundamente sus sistemas de gobierno.
Una mención especial a China y Arabia Saudita, considerando que su sistema político en totalitarista, sin embargo, su sistema económico está más alineado con el capitalismo.
Consideraciones clave para evitar intervencionismo corrupto o ineficiente
Educación y control excepcionales
La alta intervención estatal solo puede ser efectiva si va acompañada de un nivel de educación elevado y un control institucional fuerte. Países como Noruega, Suecia y Dinamarca muestran que la intervención puede ser positiva cuando los gestores públicos son altamente calificados y la ciudadanía está educada para exigir rendición de cuentas. En contraposición, países con baja educación y control institucional débil, como Venezuela o Corea del Norte, tienden a sufrir de un intervencionismo corrupto e ineficiente.
Evitar el populismo
Los países deben evitar caer en el populismo, que busca soluciones rápidas a problemas complejos, a menudo mediante un intervencionismo desmedido que erosiona la capacidad de crear valor a largo plazo. Las decisiones deben estar basadas en políticas estructuradas, con visión a largo plazo, en lugar de en medidas de corto plazo que comprometen la sostenibilidad.
Fomentar la competencia y la transparencia
Para evitar que la intervención estatal distorsione los mercados y lleve a la corrupción, es esencial que los países mantengan altos niveles de competencia en sus economías y promuevan la transparencia. Esto no solo aumenta la creación de valor, sino que garantiza que el valor generado sea distribuido equitativamente sin que se pierda por malas prácticas o ineficiencia.
Examinar en profundidad los modelos de gestión pública, sus implicaciones sociales y económicas, y proponer soluciones que impulsen el desarrollo sostenible y equitativo de nuestras sociedades, debe ser una prioridad.
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