Hoy, el mundo está cambiando de manera veloz; las cosas se transforman permanentemente y la educación no está fuera de esta esta recomposición permanente. En este artículo definiremos la innovación aplicada a la educación y revisaremos algunos pasos para llevar a cabo procesos de innovación educativa.
En todos los países del mundo, indistintamente de su nivel de desarrollo humano o producción, se están reconstruyendo los conceptos de competencias, habilidades, capacidades, aprendizaje y escolarización. Veamos algunos de ellos.
En un siglo como el que transitamos, con amplia riqueza de fuentes de información y gran variedad de herramientas tecnológicas, apuntamos a aumentar las oportunidades de aprendizaje y concentrarnos, principalmente, en las competencias que las personas puedan desarrollar.
En este escenario, las ideas innovadoras nacen desde la pasión por alcanzar mejoras en los procesos y se convierten en una tendencia y una oportunidad. La creatividad del ser humano se vuelve una herramienta para pensar en cosas nuevas y hacer cosas nuevas.
El término «innovación» se traduce a través del siguiente análisis: «in» (introducir), «nova» (cambiar lo existente) y «ción» (en proceso). De este modo, el término innovación puede referirse a la propia actividad innovadora en proceso, a la acción de crear algo nuevo, al proceso mismo y al resultado que se obtenga de esta actividad.
Según la revista Forbes, innovar es descubrir nuevas formas de hacer las cosas e incluso, modificar modelos ya existentes y adaptarlos para obtener mejoras de todo tipo.
Pero el concepto de innovación no es algo novedoso ni se produce únicamente en este siglo. Ya en el pasado, Immanuel Kant, señalaba que “la innovación no es un ideal de la razón, sino de la imaginación”. Así también, Peter Drucker sostenía, a su turno, que “la innovación es la herramienta específica del emprendimiento”.
Podemos señalar, entonces, que la innovación está muy ligada a la creatividad y que lo que busca es resolver alguna necesidad particular que pueda tener el ser humano en su vida.
Es importante mencionar también que innovar implica un proceso creativo que produzca transformación de estrategias, introducción de nuevos recursos y prácticas que generen mejores resultados. Para lograr esto, se debe pensar y soñar “fuera de la caja”.
En el campo educativo, la innovación contempla diversos aspectos que abarcan la tecnología, la pedagogía, los procesos didácticos y las personas. Innovar en educación implica implementar un cambio significativo en cualquiera de estos aspectos.
La innovación en el campo educativo podría definirse, entonces, como disruptiva y revolucionaria.
Disruptiva debido a que las nuevas propuestas recogen un enorme potencial que puede impactar todo el contexto educativo y generar la evolución y el cambio sustancial de procesos, métodos y técnicas en general.
Revolucionaria puesto que se revela como un cambio que trae en nuevo paradigma de los procesos de enseñanza y aprendizaje.
Para que los docentes puedan innovar y crear cambios que produzcan nuevos paradigmas y procesos, es necesario tener en cuenta algunos pasos sencillos:
El docente debe saber cuáles son los recursos con los que cuenta en su aula y en su centro educativo. Además, debe tener muy clara la necesidad de los alumnos con los que trabaja; pues a ellos beneficiarán los procesos y resultados de la innovación.
Conociendo la realidad con la que trabaja y luego de analizar la situación que se desea mejorar, se deben definir los objetivos a alcanzar. En este momento, es importantísimo establecer las pautas y los pasos que se deberán seguir para alcanzar dichos objetivos. Por consiguiente, inicia un intenso proceso de planificación.
Para poner en marcha y echar a andar un nuevo proceso, es necesaria la colaboración de todos los integrantes implicados. A su vez, es indispensable tener clara la planificación.
Una vez implementado el proceso diseñado, es importante analizar su impacto para comprobar si se logró el objetivo planteado o si es necesario hacer alguna modificación adicional. Recordemos que la mejor evidencia de innovación educativa es la que se logra con la mejora en la calidad de vida de los alumnos.
Las tendencias actuales apuntan a promover, desde la educación, el desarrollo de las capacidades, habilidades y competencias de los estudiantes (entendidas conforme a lo señalado líneas arriba). Esto, a fin de desarrollar al máximo su talento con la ayuda y soporte de sus docentes, mejorando sus proyectos de vida.
Así, los cambios que se requieren en los procesos educativos ―y que obedecen a las nuevas necesidades de los actores educativos―, son los que empujan la innovación.
Actualmente, existen distintos ejemplos de innovación educativa, como:
Como hemos visto, la innovación es de vital importancia para potenciar las experiencias educativas y desarrollar competencias y herramientas adecuadas para el mundo y la vida modernas. Considerando esto, la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental ha desarrollado la Maestría en Innovación Educativa. ¡Solicita más información!