La importancia de la teoría de juegos para la economía

Christian Guzmán Napurí
Por: Christian Guzmán Napurí
Director de la Maestría en Derecho Administrativo Económico.

 

Dentro de la teoría económica moderna, la teoría de los juegos ha cobrado una importancia mayúscula, la misma que puede emplearse a su vez para el análisis de los fenómenos políticos y constitucionales. La Teoría de Juegos es un tipo de análisis matemático que está orientado a predecir cuál será el resultado cierto o el resultado más probable de una disputa entre dos individuos.

Inicialmente, la misma era aplicada para analizar fenómenos económicos, para luego ser empleado en conceptos de economía política, y sobre todo, en la regulación de fenómenos económicos a través del uso del derecho. Incluso, su aplicación es posible a los fenómenos políticos, en particular para determinar la eficiencia de los diversos sistemas de gobierno.


La teoría de juegos

La importancia de la teoría de juegos para la economía2La teoría de los juegos[1] fue diseñada y elaborada por el matemático John von Neumann y el economista Oskar Morgenstern en 1939, con el fin de realizar análisis económicos de ciertos procesos de negociación. Von Neumann y Morgenstern escribieron conjuntamente el libro The Theory of Games and Economic Behaviour (1944), texto fundamental para la comprensión de una rama de las matemáticas cuyo empleo es cada vez más amplio[2].

Casi en simultáneo, el matemático y economista John Forbes Nash creó la noción de "Equilibrio Nash", que corresponde a una situación en la que dos partes rivales están de acuerdo con determinada situación del juego o negociación, cuya alteración ofrece desventajas a ambas partes. La noción de equilibrio de Nash, no es otra cosa que la situación generada cuando la elección estratégica de cada jugador es la respuesta óptima a las elecciones estratégicas de los otros jugadores[3].

Este concepto es de particular importancia, por ejemplo, en el derecho de la competencia, dado que las prácticas anticompetitivas son manifestaciones de dicho equilibrio. Otros importantes representantes de la teoría de juegos fueron el húngaro nacionalizado estadounidense John Harsanyi y el alemán Reinhard Selten. Es preciso señalar que Nash, Harsanyi y Selten recibieron el Premio Nobel de Economía de 1994 por sus importantes contribuciones a la teoría que estamos describiendo, en particular respecto de los denominados los juegos no cooperativos.

En este orden de ideas, el sistema económico se ve influido por un conjunto de normas contenidas en los ordenamientos jurídicos de los estados. Dicho sistema se comporta, en consecuencia, como si poseyera diversas reglas de juego, que deben obedecerse para un funcionamiento adecuado. De manera análoga a como ocurre en un juego cualquiera, el sistema económico requiere que las reglas establecidas lo hayan sido previamente y que las mismas no sean modificadas mientras el juego se mantenga vigente. Ello es necesario pues solo así los potenciales jugadores pueden elegir de manera eficiente si jugarán o no o si se mantendrán en el juego mientras el mismo continúe.

Todo parece indicar, por otro lado, que el desarrollo económico no depende en realidad de las transformaciones tecnológicas, sino más bien se sustenta en la solidez y desarrollo de las instituciones[4]. De hecho, los conocimientos tecnológicos se han vuelto patrimonio de la humanidad en su conjunto, sin que ello explique las grandes diferencias de desarrollo que existe entre los diversos países. Ello explica porque la incertidumbre respecto a las posibles modificaciones a las reglas de juego genera tanto daño al mercado.


La importancia de la estabilidad de la regla de juego

La importancia de la teoría de juegos para la economíaEl problema surge entonces cuando las normas jurídicas que rigen dicho sistema económico no son claras, son demasiado flexibles o son modificadas de manera continua por el poder Estatal. El riesgo para el funcionamiento del mercado es demasiado alto, puesto que el mismo puede mostrar distorsiones de las cuales no adolecería ante normas adecuadas, como ya lo hemos señalado en publicaciones anteriores respecto a la intervención de la Administración Pública en la economía.

Ahora bien, dichas normas deben estar consagradas en una Constitución, puesto que ella, en tanto norma suprema y relativamente rígida, genera importantes garantías de que el gobierno de turno no intentará vulnerar el ordenamiento ni lo modificará cada vez que lo considere conveniente. Asimismo, deben ser normas claras establecidas en términos de limitación al poder estatal, que no debe afectar derecho y libertades.

No es causalidad entonces que los estados con mayor desarrollo económico son precisamente aquellos que poseen mayor estabilidad constitucional, como lo hemos señalado anteriormente[5]. Por ejemplo, Estados Unidos posee una norma constitucional elaborada en el siglo XVIII, que se encuentra aún en vigencia, sometida sí a un conjunto de reformas denominadas enmiendas, las mismas que no han modificado en buena cuenta la sustancia de su texto.

Asimismo, el Reino Unido posee una constitución no escrita, conformada por algunas leyes, pero también por usos y convenciones. Asimismo, la mayor parte de los demás países desarrollados, y con elevada libertad económica – con la posible excepción de España, y de Suiza - poseen constituciones que han sido promulgadas en la primera mitad del siglo XX e incluso antes y que han sufrido limitadas reformas desde entonces, generándose una gran estabilidad.

Finalmente, ciertos juristas postulan la necesidad de establecer diseños constitucionales y legales flexibles, que sean capaces de adaptarse al programa económico del gobierno que se encuentre en el poder[6] y que puedan ser considerados abiertos, puesto que se adaptarían a los problemas que se presentan al gobernar y tomar determinadas decisiones de políticas públicas[7].

Consideramos que ello es erróneo, puesto que el esquema que propugnan es el que precisamente permitiría que cada cinco años el país posea un régimen económico distinto, situación en abierta contradicción con la concepción de reglas claras y estables, que son necesarias para la toma de decisiones eficientes en el mercado, lo cual fomenta el desarrollo económico, como lo hemos señalado líneas arriba.

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[1] Sobre el particular: GUZMAN NAPURI, Christian - La Constitución Política: Un Análisis Funcional. Lima: Gaceta Jurídica, 2015, p. 12 y 13.

[2] Sobre el particular: MONSALVE, Sergio – Teoría de Juegos ¿Hacia dónde vamos? En: Revista de Economía Institucional, Vol. 4, N.° 7. Bogotá: Universidad Externado de Colombia, 2002, p. 114 y ss.

[3] RASMUSEN, Eric – Juegos e Información. México: Fondo de Cultura Económica, 1996, p. 38 y ss.

[4] NORTH, Douglas – “Instituciones, Cambio Institucional y Desempeño Económico”. México, Fondo de. Cultura Económica, 1995. North, ganador también del Premio Nobel de Economía, demostró cómo los cambios institucionales son más relevantes que los cambios tecnológicos para explicar el desarrollo económico. Factores políticos, económicos y sociales inciden sobre las instituciones y los grupos sociales, y son aquellos grupos que ocupan posiciones sociales dominantes los que, si detectan que las instituciones no responden a sus intereses, fuerzan los cambios.

[5]https://blogposgrado.ucontinental.edu.pe/reformas-constitucionales-y-estabilidad

[6] OCHOA CARDICH, César – “Bases Fundamentales de la Constitución Económica de 1993”. En: La Constitución de 1993, análisis y comentarios. Lima: CAJ, 1995, pp. 85-86.

[7] RUBIO CORREA, Marcial – Estudio de la Constitución Política de 1993. Lima: Fondo Editorial PUCP, 1999, p. 203.

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