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7 competencias para liderar una institución educativa con éxito

Escrito por María Isabel León | feb 15

Los directores modernos se enfrentan a una variedad de situaciones que requieren de formación y preparación específica. Este blog post explora las competencias claves y los conocimientos necesarios para dirigir una institución educativa con éxito.

 

¿Puede cualquier persona dirigir una institución educativa? La respuesta probablemente sea sí. Sin embargo, si modificamos la pregunta a ¿puede cualquier persona liderar una institución educativa?; probablemente la respuesta sea no. Es posible que el director de una institución educativa dirija pero no necesariamente lidere.

 

Dirigir vs. Liderar


¿Cuál es la diferencia entre dirigir y liderar? Cuando una persona “dirige”, desempeña una función reconocida en una delegación. Por otro lado, cuando una persona “lidera”, ostenta una autoridad que no se refleja en una delegación, sino en una posición aceptada, merecida y reconocida por el grupo de trabajo de manera natural y espontánea.


El liderazgo es la habilidad más importante que puede desarrollar un director educativo, pues es responsable de impulsar y estimular el trabajo y colaboración de todas las personas vinculadas con el proceso de enseñanza-aprendizaje: otras autoridades, personal docente, personal administrativo y estudiantes.


El rol de quien dirige es fundamental para el logro de la misión y planes estratégicos de la institución educativa. Por ello, cualquier persona que aspire a ser un líder educativo debe tener no solo preparación académica, sino también capacidad de gestión y capacidad gerencial para el trabajo a ejecutar.

 

El líder debe ser como una antorcha que ilumine a las personas que lo acompañan: que las entienda, que las escuche, que las guíe y que las impulse a desarrollar sus mejores habilidades y capacidades en beneficio general. Así, podemos destacar una triangulación entre la capacidad gerencial, la competencia y la habilidad de quien lidera una institución educativa.


Los directores modernos se enfrentan a una variedad de situaciones que requieren de formación y preparación específica. La UNESCO identifica hasta siete competencias necesarias para quienes dirigen y son responsables de la gestión educativa. Veamos cada una de ellas.

1. Liderazgo


El liderazgo puede definirse como el conjunto de procesos que orientan a las personas y a los equipos en una determinada dirección, hacia el logro de la excelencia y el aprendizaje organizacional, primordialmente por medios no coercitivos.

 

El liderazgo se vincula con la capacidad de generar procesos de sensibilización y convocatoria al trabajar en colaboración con otros en el logro de los fines y los valores generalmente sepultados en el fárrago de las rutinas cotidianas.


Liderar proyectos y equipos es una competencia imprescindible de la dirección educativa. La persona que va a representar a la institución educativa va a ejercer la jefatura de esta, mediar en la resolución de conflictos, garantizar el cumplimiento de la normativa, impulsar la colaboración con las familias y otras funciones en las que poseer la cualidad del liderazgo es absolutamente necesaria. Por ello y de manera resumida se resalta que debe:

  • Inspirar la necesidad de generar transformaciones.
  • Generar una visión de futuro.
  • Comunicar esa visión de futuro.
  • Promover el trabajo en equipos.
  • Actualizar el aprendizaje y acumular conocimiento.


2. Comunicación


La comunicación permite una doble apertura: 
Hacia el entorno del sistema, tanto para emitir como para recibir comunicaciones de las familias, egresados, actores sociales. Y hacia dentro del sistema, para fortalecer la integración de comunicaciones recíprocas en las que no solamente todos pueden hablar con todos, sino que además todos pueden intercambiar los roles de hablantes y oyentes. 


Vivimos tiempos de constante cambio: las modificaciones constantes en materia de legislación, los cambios en los planes educativos, la aparición de nuevas tecnologías para el aprendizaje y la enseñanza, nuevas estrategias de marketing educativo, etc., hacen que la dirección de una institución educativa tenga que estar siempre atenta para adaptarse. En este escenario, la capacidad de comunicación asertiva es clave para un liderazgo fortalecido en el entorno educativo


Un líder educativo exitoso transmite sus ideas con honestidad, directa y claramente. Su objetivo principal debe ser lograr una sintonía con sus stakeholders y también debe desarrollar su capacidad de escucha. Por ello es importante:

  • Habilitar la comunicación, crucial en los modelos de gestión educativa.
  • Regular el manejo del tiempo en la comunicación.
  • Permitir la interacción de las situaciones, competencias y necesidades.
  • Potenciar los procesos de cambio a partir de experiencias y recursos compartidos.
  • Vincular tanto a los actores internos como a los actores externos al sistema educativo.


3. Delegación


Delegar es otorgar a un colaborador –individual o grupal–, de forma temporaria o permanente, la autoridad necesaria para tratar y decidir, con el encuadre explicitado y dentro de un ámbito preciso, haciéndolo responsable de los resultados de esa acción. Por ello es importante:

  • Ampliar la autonomía y la toma de decisiones colegiadas.
  • Delegar para revalorizar.
  • Aumentar la eficacia.
  • Enfrentar la complejidad creciente.
  • Fortalecer las competencias colectivas.
  • Aumentar los niveles de responsabilidad, compromiso y pertenencia.

4. Negociación


La negociación puede ser entendida como el proceso dinámico en el cual dos o más actores en conflicto posible o manifiesto, o con intereses divergentes, entablan una comunicación para generar una solución aceptable de sus diferencias que se explicita en un compromiso. Se debe tener en cuenta:

  • Proponer una metodología donde los conflictos pueden ser resueltos a través de un enfoque donde todos ganan por la misma asociación y se denomina postura de “ganador-ganador”.
  • Analizar y comprender los intereses propios, los opuestos y los diferentes.
  • Instalar el diálogo y la confianza para hablar y escuchar.
  • Comprender que es un proceso para lograr acuerdos.


5. Resolución de problemas


Es un método que permite no solo resolver un problema puntual, sino también debe ser visto como una estrategia explícita que permite crear, adquirir y transferir nuevos conocimientos.


La dirección educativa de un centro debe mostrar una amplia capacidad para resolver conflictos. Por tanto, es básico mostrar la habilidad para la mediación y la toma de decisiones firmes y consensuadas.

 

Es necesario conocer la legislación vigente para imponer las medidas disciplinarias que sean adecuadas a cada caso. Así como aprender y desarrollar las habilidades necesarias para la resolución de conflictos:

  • Permitir la acción.
  • Brindar un enfoque global y sistémico.
  • Proponer para el aprendizaje permanente.
  • Posibilitar el mejoramiento continuo de las instituciones.
  • Desafiar las soluciones conocidas.
  • Proveer de una estrategia fundamental a los equipos de gestión y piloteo de sistemas complejos.
  • Articular las tareas inmediatas con las perspectivas de largo plazo.


6. Anticipación


La prospectiva puede entenderse como una mirada al futuro que se realiza para clarificar las acciones del presente. Michel Godet la define como un "panorama de los futuros posibles de un sistema destinado a clarificar las consecuencias de las acciones encaradas".


7. Trabajo en equipo


El trabajo en equipo es una modalidad para articular las actividades laborales de un grupo humano en torno a un conjunto de fines, metas y resultados por alcanzar. El trabajo en equipo implica una interdependencia activa entre los integrantes de un grupo que comparten y asumen una misión de trabajo. Por ello es importante:

  • Motivar la transformación de la cultura de trabajo.
  • Estimular la capacidad de trabajar en redes de colaboración.
  • Valorizar las reuniones de trabajo.
  • Articular el trabajo alrededor de proyectos.
  • Estimular la formación continua de los equipos de gestión.

Un director entonces, en tanto líder y gestor, debe asumir la coordinación entre el equipo de trabajo, compuesto por un universo de otras autoridades de menor rango, el personal docente, personal administrativo, de servicios y alumnos en general. Para ello, debe tener claro el entorno de vinculación que se demanda.


En principio, tener clara su relación con la comunidad educativa y el alumnado, de manera que pueda dar respuesta a las demandas y exigencias que se vinculen con el servicio y la calidad de la oferta. También las relaciones con la administración en el desarrollo de la supervisión de la gestión y tareas que esta tiene asignada, los procedimientos que deben seguir las partes y el manejo de documentación oficial.


De igual manera, las funciones propias de la enseñanza y los recursos de aprendizaje de que se dispongan, que resulta la razón de existencia del centro de trabajo. Finalmente, los procesos de comunicación y acciones de marketing vinculadas al servicio educativo, para lo cual se requiere de una estrategia y planeamiento. El director y líder, debe ser capaz de planificar, organizar, ejecutar y evaluar el servicio educativo que oferta.


Es importante señalar que para potenciar la capacidad directiva y gerencial de las personas que conducen instituciones educativas, se debe dar una mirada al contexto en que se desarrolla la actividad, al desarrollo profesional, a la realidad de la entidad educativa, etc.

 

Cuando hablamos de “competencias” nos referimos al conjunto de acciones o decisiones que la persona que dirige la Institución educativa puede adoptar. Así, el tener una competencia se traduce en el poder decidir sobre algo en particular, el modo como la persona utiliza sus habilidades de decisión para adoptar las que resulten más apropiadas. En este entendido, podemos señalar que tener competencia es sinónimo de saber hacer.

 

Por consiguiente, la capacidad de las personas directivas radica en integrar las competencias profesionales, personales y las habilidades, así como el conocimiento técnico, para el logro del bienestar tanto profesional como institucional, desarrollando cada vez más sus capacidades individuales, entrelazadas con las colectivas, con el fin de atender los desafíos educativos que se viven en las instituciones de todos los niveles.


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