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Incertidumbre y gestión pública: la importancia de aceptarla

Escrito por José Carlos Machicao | may 25

 

En una realidad dinámica, compleja e incierta, la incertidumbre deja de verse como algo malo y empieza a ser parte de la aventura del ser humano. Conoce más en este artículo.

Para los gestores de siglos pasados la incertidumbre siempre fue un elemento que había que tratar de erradicar. Lo más normal en los años 50s era tratar de estabilizar los mercados, el comportamiento de los clientes y las operaciones de la organización, y uniformizar a los empleados. Esta forma de pensar es insostenible hoy en día. Vivimos en un tiempo en que la realidad nos ha demostrado que el cambio es constante y la mayoría de las veces abrupto.

 

El determinismo

La corriente de pensamiento que caracterizaba la gestión de las organizaciones en el pasado se llamó determinismo. Básicamente graficaba la comprensión de que todo era mejor mientras menos se moviera y menos diverso fuera. Se llamó determinismo por la hipótesis de que alguien podía determinar cómo iban a suceder las cosas. Un vendedor que “planeaba” vender 10 mil productos en un mes escribía “10 mil productos a vender” como una meta. Y hacía todo lo posible para que eso se convirtiera en realidad.

 

Esta práctica fracasó rotundamente. Existen muchas razones por las cuales las cosas no se pueden “determinar”. Con el tiempo se ha ido comprendiendo que los sistemas tienen comportamientos que hay que entenderlos. El clima es uno de los ejemplos más generales. Durante décadas el ser humano ha producido plástico y humo pensando que la atmósfera y el mar debía absorberlos. La realidad ha demostrado categóricamente que ni la atmósfera ni el océano son repositorios infinitos. Hubiera sido necesario comprender primero el comportamiento de estos sistemas y luego pensar en una forma de crecer que fuera adaptable a los límites físicos del planeta.

Nuevos modelos de gestión

Afortunadamente ahora existen ya suficientes pensadores contemporáneos que han propuesto modelos de gestión que ya no descansan en el determinismo. Sólo como una muestra, el emprendimiento (entrepreneurship) o el pensamiento conducido por diseño (design thinking), por ejemplo, proponen que no es necesario conocer exactamente cómo proceder o qué lograr desde el principio de una actividad. Más bien proponen que es necesario estar preparados para el cambio constante.

 

Pero esta exigencia de afrontar una realidad incierta no es fácil. Primero, se debe tomar en cuenta que ningún ser humano está preparado para asumir un alto nivel de incertidumbre en toda su magnitud. Poco a poco hemos ido entendiendo que es posible modelar la incertidumbre y con eso lo que se logra es una mejor posición para tomar decisiones.

 

Por ejemplo, ningún país puede tomar grandes decisiones si no sabe cuál será el comportamiento de la Corriente del Niño el próximo verano. Los estudios nunca dirán exactamente cómo se va a comportar, pero algo que sí podrán dar como dato los estudios es cómo no se va a comportar. Por lo tanto, en lugar de buscar la información para saber exactamente cómo se comportará el clima el próximo verano un país debería encontrar las fortalezas, por ejemplo, en aquellas zonas o geografías que sabe que no serán afectadas de ningún modo.

 

 

El rol de la tecnología

La tecnología, al igual que la ciencia, la gestión y el pensamiento en general, ha avanzado en esta dirección. La inteligencia artificial, por ejemplo, no es otra cosa que una respuesta a la carencia de capacidad humana para analizar niveles altos de incertidumbre. Una de las propiedades de la inteligencia artificial es procesar información a mucha mayor velocidad que el ser humano. Además, los algoritmos de inteligencia artificial pueden aprender.

 

Uno de los algoritmos más conocidos es el precio de un producto o servicio. A través de su comportamiento, los consumidores van transmitiendo cuál es el precio más aceptable y los productores también, hasta que llegan a un equilibrio. De la misma manera actúan los sistemas de aire acondicionado, los sistemas de identificación facial, o el reconocimiento de voz de nuestro teléfono que termina acostumbrándose a nuestra forma de hablar. Pero lo que no puede la inteligencia artificial (todavía) es aprender a aprender por sí sola.

 

 

La gestión de hoy

El objetivo de la gestión de hoy ya no es conocer exactamente qué valores estáticos tienen las variables que rodean a las organizaciones, sino más bien qué capacidad tienen las organizaciones para adaptarse al escenario que venga. Por ejemplo, si antes una empresa necesitaba saber de qué tamaño era su mercado, hoy en día lo más importante es saber cómo adaptar el funcionamiento y los parámetros de la empresa para que se adapte a un mercado pequeño, mediano o grande, sin depender del tamaño del mercado para sobrevivir.

 

Tanto las variables internas en una organización como las externas, han adoptado un dinamismo muy grande. Esto ha motivado que todas las profesiones incorporen la preparación para la incertidumbre como parte de la formación profesional. Un profesional o un gestor que no acepte que la incertidumbre es parte de la realidad tendrá serios problemas en tener la suficiente apertura mental para comprender los patrones de comportamiento de los océanos o de la atmosfera, y también el comportamiento de los precios. Si un profesional se resiste a aceptar la incertidumbre tendrá serios problemas para abrir espacio a la inteligencia artificial como herramienta, jamás la comprenderá.

 

Alguien podría argumentar que en el mundo se puede ser determinista o no. Creo que ya no es una opción. La realidad es dinámica, compleja e incierta, y no hay nada de malo en ello. La incertidumbre es parte de la aventura del ser humano y descubrirla es tan valioso como fue el descubrimiento del fuego o de la rueda. Si alguien se plantea como reto hacer que todo sea más certero en algún momento encontrará que por más grande que sea su esfuerzo será inútil. En cambio, si alguien se plantea como reto aceptar y convivir con la incertidumbre, estará más capacitado para construir un mundo mejor armónicamente con sus diversos comportamientos.

 

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