Según estadísticas del Programa Nacional AURORA, a octubre de 2023, los Centros de Emergencia Mujer atendieron 140 802 casos de violencia. De estos, 120 394 ―es decir, el 85,5 %― tienen como agraviadas a mujeres; un incremento de 7,9 puntos porcentuales frente a lo registrado en el mismo periodo del año anterior.
En este artículo abordaremos diversos aspectos de la violencia contra las mujeres. Iniciaremos analizando su manifestación en diversas esferas del espacio público, para luego abordar sus causas y consecuencias. Finalmente, presentaremos algunas estrategias para combatir esta problemática.
Cuando se habla de violencia de género, y más específicamente de violencia contra las mujeres, las conversaciones suelen centrarse en el entorno doméstico; sin embargo, es importante considerar que la violencia no es exclusivamente familiar. Podemos identificar al menos tres espacios:
La violencia se da de diferentes formas y espacios, uno de ellos es el doméstico. Para muchas mujeres, niñas y niños su casa es el espacio donde su integridad o su vida corre riesgo. Algunos de los tipos de violencia más recurrentes son la violencia psicológica, la violencia física, la violencia sexual y la violencia económica.
A nivel comunitario, la violencia puede manifestarse de diversas maneras y estar arraigada en factores sociales, culturales y económicos. El acoso callejero y la discriminación son algunas de sus manifestaciones. La respuesta de la comunidad ante situaciones de violencia, ya sea apoyando o silenciando a las víctimas, también influye en la perpetuación de la violencia.
La violencia contra la mujer también puede ocurrir en instituciones como lugares de trabajo, escuelas, sistemas de salud o incluso sistemas legales. Puede manifestarse en discriminación laboral (trato desigual o barreras para el avance profesional) y acoso sexual en el trabajo (comentarios inapropiados, conducta coercitiva).
Para hacerle frente a la violencia contra la mujer en esta esfera, el Estado peruano ha promulgado la Ley N° 30364 y el D.S. Nº 005-2017-MIMP, entre otras normas. Puedes explorar a detalle el marco jurídico nacional visitando el Observatorio Nacional de la Violencia Contra las Mujeres y los integrantes del Grupo Familiar.
El problema de la violencia es multicausal. Veamos algunos de sus principales factores:
Las desigualdades de género se originan, históricamente, en base a una diferencia biológica. Ser diferentes no está mal; el problema surge cuando de la diferencia biológica, pasamos a la desigualdad; una desigualdad que se profundiza en muchas esferas de la vida de las personas.
Las estadísticas demuestran que la violencia afecta principalmente a las mujeres. De acuerdo a cifras del INEI, la población peruana alcanzó los 33 millones 726 mil habitantes en 2023. Del total de habitantes, 49,6 % son hombres y 50,4 % mujeres. Es decir, las mujeres representan poco más de la mitad de la población. Sin embargo, cuando de violencia se trata, el 85,5% de los casos tienen como agraviadas a mujeres; mientras solo el 24,5 % a hombres.
Además, la data sugiere que la violencia hacia los hombres se da generalmente en la etapa de la niñez o hasta la adolescencia; mientras que en el caso de las mujeres, se da durante todo su ciclo de vida.
Las relaciones de poder desempeñan un papel fundamental en la violencia contra las mujeres. Este fenómeno puede entenderse mejor a través del marco del patriarcado. El patriarcado es un sistema social en el que los hombres tienen un poder desproporcionado en comparación con las mujeres. Este sistema crea y refuerza normas y expectativas de género que sitúan a los hombres en posiciones de autoridad y a las mujeres en posiciones subordinadas. La violencia contra las mujeres a menudo se perpetúa como una forma de mantener y ejercer ese poder patriarcal.
Las normas culturales tienen un impacto significativo en la forma en que la sociedad define, justifica o condena ciertos comportamientos. Estas pueden perpetuar la violencia al normalizar comportamientos perjudiciales. Por ejemplo, cuestionar la conducta de las víctimas en lugar de condenar el acto del agresor: “¿Qué habrás hecho para que reaccione así?”
La violencia, ya sea física, psicológica o sexual, deja cicatrices que van más allá del momento del incidente. Veamos algunos de sus principales impactos y efectos a largo plazo.
Aquellas mujeres que son víctimas de violencia enfrentan dificultades para desempeñarse laboralmente al mismo nivel que aquellas que no experimentan esta problemática. De este modo, se genera un traslado de estos impactos hacia el ámbito económico.
Una mujer que sufre violencia experimenta un impacto directo en su bienestar psicológico, con posibles consecuencias adversas para la salud mental de sus hijos, hijas y otros miembros de la familia.
El miedo que experimentan muchas mujeres ante la violencia las lleva, en ocasiones, a abandonar sus estudios. Esto tiene un impacto negativo en el pleno desarrollo educativo de las mujeres, generando un problema de gran complejidad.
La lucha contra la violencia de género exige un enfoque integral que aborde no solo las consecuencias inmediatas, sino también las raíces profundas de este fenómeno arraigado en aspectos sociales y culturales.
Desde 2018, el CEPLAN ha incluido en la Guía de Políticas Nacionales criterios de género. Debemos incluir indicadores en proyectos y programas sociales que reflejen el compromiso real y el presupuesto destinado a abordar la violencia contra las mujeres.
Es importante fomentar estos cambios desde el primer espacio de socialización, la familia. Asimismo, implementar programas que desafíen estereotipos y fomenten relaciones saludables, igualdad de género y respeto desde la infancia.
Además de transversalizar el enfoque de género, es necesario diseñar políticas que consideren la diversidad cultural y las realidades específicas de las mujeres indígenas y campesinas.
Es importante que las diversas entidades públicas, en los tres niveles de gobierno, aborden desde su frente esta problemática. Actuar desde los tres niveles de gobierno, elaborando políticas públicas efectivas y trabajando de manera interinstitucional.
Pero no todo puede ser tarea del Estado. Debemos también involucrar a la sociedad civil, empresas privadas y ciudadanos en general para crear un frente unido contra la violencia de género.
Como hemos visto, la erradicación de la violencia contra las mujeres es una tarea que involucra a toda la sociedad. Para profundizar en el conocimiento y la acción concreta, te animo a explorar el Programa de Especialización en Gestión de Proyectos y Programas Sociales de la Escuela de Posgrado de la Universidad Continental, el cual incluye el enfoque de género. ¡Actuemos juntos para poner fin a la violencia contra las mujeres!